clases de yoga

domingo, 16 de diciembre de 2012

El esqueleto



 El esqueleto humano está formado por más de doscientos huesos y todos ellos, excepto el hueso hioides (en la parte anterior del cuello, bajo la lengua), están unidos entre sí en un continuo revestido de otras estructuras conectivas como son los músculos, los tendones, los ligamentos y los cartílagos.
Además de las funciones relacionadas con el sostén, la protección y la movilidad, el sistema esquelético funciona como almacén metabólico, regulando el intercambio de sales de calcio y fosfatos, vital para el buen funcionamiento de todas las células del cuerpo. Y, todavía más, en la corteza esponjosa de algunos huesos, encontramos la médula ósea, que funciona como una auténtica factoría en la que se forman y se diferencian las células sanguíneas. Así pues, el esqueleto es una estructura viva y de vital importancia para el organismo a la que vale la pena conocer y cuidar a cualquier edad.
El Ayurveda, que es la antiquísima medicina tradicional india, considera que los huesos se componen de los elementos: tierra y aire. Ello nos da una idea de su doble naturaleza: por un lado sostienen, dan peso y fuerza; por otro son porosos y están embebidos de cualidades más sutiles y más “hondas”, por así decir. No en vano empleamos la expresión “llegar hasta la médula” (al moll de l’òs) cuando nos referimos a indagar hasta alcanzar la esencia de algo, o que, cuando hablamos de la pieza esencial que sostiene una estructura, sea esta un organismo vivo como una hoja o inanimado como un andamio, le llamemos alma. Existe una íntima relación entre lo que sostiene y lo que anima, entre el principio creativo (recordemos la hematopoyesis o formación de las células que forman la sangre en el interior de los huesos) y el que mantiene, nutre y hace crecer; en fin, entre el alma y el cuerpo.

Otro de los aspectos importantes del esqueleto es que es nuestro gran transmisor y amplificador de vibraciones. Además del sonido, cualquier movimiento produce una vibración y el esqueleto es el encargado ampliarla y esparcirla por todo el cuerpo. 
Algunos de los tratamientos de la osteoporosis, una de las dolencias más comunes en personas, en especial mujeres, mayores de 40 años, incluyen plataformas vibratorias para hacer vibrar todo el sistema esquelético. Los malos hábitos de la vida sedentaria, las deficiencias hormonales o las carencias alimentarias pueden provocar serias pérdidas de densidad ósea, que se puede frenar o revertir al activar esta cualidad resonante del sistema.

El cuerpo está hecho para moverse y para ser como un receptor-transmisor, dar y tomar, dejar pasar y transformar la energía. El equilibrio consiste precisamente en esto: en saber soltar lo que ya no es necesario y que puede llegar a ser perjudicial y tomar lo que necesitemos de la naturaleza, y que le devolveremos transformado en una forma distinta.
Mantener nuestras articulaciones bien irrigadas, sanas y lubricadas mediante el ejercicio suave y consciente; adoptar buenos hábitos de postura y movimiento; aportar los nutrientes y el descanso necesarios a nuestro esqueleto, todo ello nos ayuda a equilibrar todo el sistema y a ganar en salud, vitalidad y equilibrio.


http://www.huesos-para-la-vida.com/Bones-for-life/Huesos_para_la_vida.html 

domingo, 9 de diciembre de 2012

La sadhana



La sadhana es el aspecto más potente y transformador del yoga. Es cuando el yoga realmente se funde con la vida y cobra su sentido más profundo.

Normalmente se entiende por sadhana la práctica diaria, por lo común a primera hora de la mañana y/o a última hora de la tarde, de asanas, pranayama y meditación; aunque puede haber sadhanas únicamente meditativas, o más físicas, o que incluyan otras técnicas más devocionales como el canto de mantras; más introspectivas o más  contemplativas.
La gran variedad de posibilidades que tenemos a la hora de construir nuestra propia sadhana es uno de sus aspectos más potentes de la misma. Y es que, no es tan importante lo que hagamos como el lugar desde donde lo hagamos, es decir, el modo como nos disponemos a practicar y a incluir el yoga en nuestra cotidianeidad.
Si no llevamos mucho tiempo practicando será mejor acudir a nuestro/a profesor/a para que nos oriente y nos proponga una sadhana adecuada a nuestras características y a nuestros objetivos. No obstante, día a día, durante nuestra práctica, deberemos mantenernos atentos y abiertos a lo que pueda ocurrir, ya que la sadhana brinda un espacio para escucharnos y dejar que nuestro cuerpo-alma se exprese en libertad, y ello es quizá lo más valioso de la experiencia, que cualquier cosa puede ocurrir...
Unos días nuestra práctica será más energética, otros más pausada; puede que unas veces la vivamos como una danza, conectemos con nuestros ritmos e impulsos vitales y otras sea repetitiva como un mantra y nos ayude a calmar la mente y abrirnos a la meditación. La sadhana se adapta al sadhaka (al practicante) y el sadhaka se hace uno con la sadhana
De este modo podemos tener en cuenta nuestra constitución (dosha), nuestros puntos débiles y puntos fuertes; el día de la semana; la estación del año; la hora del día… Todo ello nos ayudará a que la práctica sea enriquecedora y nueva cada día, a mantenernos atentos, pues no somos nunca exactamente los mismos y cada instante es una oportunidad, una renovación, una puerta, un reto, una afirmación, una inspiración, un nacimiento, una muerte, una exhalación, una visión... 

Abrirnos a cada instante es el yoga y la sadhana se extiende a cualquier momento que vivamos con plena atención, con plena consciencia y en plena libertad.

domingo, 2 de diciembre de 2012

A través de la consciencia sensorial




Como disciplina holística que es, el yoga integra todas las dimensiones del ser humano, desde la más material hasta la más sutil, teniendo mayor o menor incidencia en una u otra dependiendo de como enfoque cada uno su práctica.
Cierto es que hoy en día hay mucha oferta de clases de yoga donde el trabajo parece estar enfocado sobre todo al cuerpo físico, quedando en un segundo o tercer plano el que, según la tradición, es el verdadero objetivo de la práctica, a saber, la meditación; si bien también es verdad que está creciendo el interés y la necesidad de abrirse a la meditación en muchas personas, sean practicantes o no, de yoga.
Pero pasar de vivir bajo el dogma de la imagen de un mundo puramente físico en el que actuamos según ideas previas que nos motivan a esperar determinados resultados y a temer otros, un mundo de proyecciones mentales, la mayor de las cuales es la idea de una materia completamente inerte, a empezar a experimentar por nosotros mismos, no es cosa fácil. El desaliento será la norma si esperamos que aparezca alguna especie de revelación, si anhelamos algún tipo de respuesta que provenga del exterior brindándonos la comprensión y la dicha. El yoga empieza a comprenderse desde uno mismo y desde el modo como cada uno fluye en la experiencia. ¿Por dónde empezar?

Un buen lugar desde el que empezar es lo más inmediato, evidente y seguro: la experiencia sensorial. Fijar la atención en las propias percepciones no es difícil y si nos disponemos con una actitud abierta, descubriremos muchas cosas y nos hallaremos en el umbral de pratyajara, el estado de interiorización que es el primer paso a la meditación.
Cerrar los ojos y escuchar los diferentes sonidos que nos rodean, tratar de sentir la ropa sobre la piel y la temperatura del aire, de descubrir los límites del propio cuerpo sin acudir a ninguna imagen, a ningún recuerdo, fijarse en los olores, los sabores, en la luz… Toda esta información que nos llega por los diferentes canales del cuerpo normalmente es rápidamente cribada por la mente y la mayor parte nos pasa desapercibida. Contemplarla es una vía directa al momento presente, un primer paso que comparten muchas tradiciones y prácticas de meditación, entre las que se incluyen el ANTAR MOUNA o silencio interno, el Advaita o algunas de las prácticas del shivaísmo de Cachemira.

La atención sobre lo sensorial nos descubre el fluir de la experiencia, nos daremos  cuenta de que las sensaciones aparecen, cambian y desaparecen constantemente, fluyen y, ¿acaso no sucede lo mismo con los pensamientos?
Si persistimos en el ejercicio llegamos a percibir que hay algo que permanece y que es siempre igual, presente durante toda nuestra vida, a saber, la consciencia. En ese punto aparece el silencio y la mente descansa en él.



Propuesta de práctica: Primera fase de ANTAR MOUNA

Siéntate en una postura de meditación: siddhasana, sukhasana… También puedes realizar la práctica sentado en una silla o tumbado en shavasana. Cierra los ojos y acomoda tu cuerpo en la postura. Ajusta bien la posición hasta que la sientas firme y te permita permanecer en completa inmovilidad todo el tiempo que dure la práctica. La espalda muy derecha, pero sin rigidez ni tensión. La cabeza en equilibrio sobre el eje de la columna vertebral, sin inclinarla ni hacia delante ni hacia atrás. Los hombros y los brazos bien relajados. Las manos descansando sobre las rodillas en gñana o chin mudra. Puedes cantar el mantra Om tres veces… (pausa).
Ahora, durante unos segundos, observa todo el cuerpo en la postura. Luego, recorre mentalmente todo el cuerpo, comenzando por los pies y terminando en la cabeza. Pasea lentamente la atención por cada parte de tu cuerpo, relajando, aflojando cada músculo que encuentres a tu paso, sin que la postura pierda verticalidad ni firmeza… (pausa).

Toma consciencia de las percepciones táctiles… Siente todos los puntos de tu cuerpo que están en contacto con el suelo… Nota el cuerpo muy bien adaptado, arraigado, enraizado en el suelo… (pausa). Sin hacer ningún juicio o valoración observa las sensaciones del contacto de la ropa sobre tu piel. Nota dónde ejerce mayor presión… Siente cualquier objeto que lleves en contacto con la piel… Percibe la temperatura ambiente… (pausa).

Ahora toma consciencia de todos los sonidos que provienen del mundo exterior. Escucha globalmente todos los sonidos, permaneciendo como un mero espectador, sin enjuiciar, sin hacer ninguna valoración. Observa todos los sonidos globalmente, sin mostrar preferencia por ninguno, sin analizar sus cualidades, origen, etc.… simplemente escucha… (pausa). Mantén la consciencia testigo, aunque en estos primeros momentos sólo serán ráfagas o destellos de consciencia testigo… Es normal que de cuando en cuando te identifiques con los sonidos y te sorprendas catalogándolos o reaccionando emocionalmente. No importa, acepta todo lo que suceda y observa… Una y otra vez reafirma tu actitud de testigo, sin reaccionar mental o emocionalmente, sin adherirte. Mantente interiormente al margen, desidentificado. Date cuenta que el fenómeno de la audición sucede entre el objeto que emite el sonido y el órgano de la audición que lo capta. Tú permanecen como un observador inafectado, desidentificado… (pausa).
Toma consciencia de todos los sonidos que puedas percibir: desde los más burdos a los más sutiles, desde los más cercanos a los más lejanos. Sin oponerles ninguna resistencia, ábrete a ellos y deja que pasen a través de ti, que te traspasen… (pausa). Observa globalmente todos los sonidos.
Ahora deja que tu atención se mueva de un sonido a otro y así sucesivamente. Eliges un sonido, lo escuchas un momento y luego saltas hasta otro sonido que llame tu atención, y así sucesivamente… (pausa). Ahora vuelve a escuchar todos los sonidos globalmente, sin elegir ninguno. Siéntete inmerso en el océano de sonidos que te rodea. Aunque te lleguen algunos sonidos con más fuerza, no les prestes una atención especial, continúa escuchando la totalidad del entorno y permite que te sucedan… (pausa larga).

Observa el flujo respiratorio en las fosas nasales sin esperar nada, sin querer provocar nada, pero permaneciendo muy atento, alerta, abierto a lo que pueda suceder… (pausa larga).

Extraído de Claves del Yoga, de Danilo Hernández.

lunes, 19 de noviembre de 2012

¿Cómo te sientes?




Cuando alguien nos pregunta como estamos o como nos sentimos a menudo tardamos unos segundos en responder. Este tiempo es necesario para acudir a la mente y que ella haga lo que mejor sabe hacer: buscar una imagen pasada, comparar, juzgar y luego etiquetar.  Lo hace muy rápido y acostumbra a hacerlo muy bien, ya que adapta la respuesta a nuestro interlocutor, le da la forma adecuada según las circunstancias y emite un verdadero juicio de valor sobre nosotros mismos y nuestro entorno; todo en cuestión de un instante. En este eficaz engranaje existen, sin embargo, algunas cosas que fallan. La mente tiende a homogeneizar y polarizar la información, es decir, a reducirla en términos opuestos: bueno-malo, mejor-peor, agradable-desagradable, etc. Para ello necesita poner en un mismo plano la experiencia presente y las imágenes del pasado, pero en la experiencia presente hay algo cualitativamente distinto de las imágenes que tenemos del pasado y a la mente se le escapa.
La experiencia presente es puro movimiento sin imagen; el pasado, en cambio, es un conjunto de ideas fijas que nos hemos formado y que usamos como referencia, como “punto de apoyo”, configurando nuestros hábitos, nuestras creencias y nuestra auto-imagen.

Siempre que hablamos de consciencia hablamos de consciencia presente. No existe la consciencia pasada, ella es siempre presente porque es el puro movimiento, el puro fluir. Incluso cuando recordamos algo, la consciencia se mueve, y es necesario que lo haga para “revivir” el pasado. Así hacemos presente lo que ya fue y lo modificamos, adaptándolo a nuestras necesidades actuales.
Preguntar como nos sentimos es preguntar sobre el presente, sobre el movimiento que esta verdaderamente ocurriendo y al que todavía no podemos dar ni forma ni nombre; en el momento en que lo hagamos ya será pasado. Entonces la mente yerra en su esfuerzo y será mejor escuchar y guardar silencio, que el cuerpo hable y que fluya el movimiento.

Uno de los primeros pasos del yoga, así como de otras técnicas que implican la consciencia corporal como pueden ser la danza o las artes marciales, es aprender a percibir el propio movimiento, el propio presente, esta amalgama de cuerpo-consciencia que somos. Se trata de un movimiento complejo, cambiante y siempre nuevo que incluye la actividad de todas las células de nuestro cuerpo, los flujos internos, los latidos, las respiraciones, los pensamientos, las emociones, las percepciones… Se trata de llevar la consciencia hacia el interior, hacia el cuerpo, y así descubrimos que también el cuerpo es una sensación que fluye, un movimiento, y que es falsa esa imagen fija e inerte que nos habíamos construido de él. Se trata de descubrir que no es posible poner límites al cuerpo. Los límites se crean en la cabeza; el cuerpo es abierto, sensible, vulnerable, inteligente, sin juicios. Es en el cuerpo donde descubrimos lo que es la vida.

En la reunión con la vida que fluye comienza la práctica del yoga.

lunes, 12 de noviembre de 2012

CHANDRA




La Luna es el cuerpo celeste más cercano a la tierra y es innegable la influencia que ejerce sobre ella. Causa las mareas, que son las subidas y bajadas del nivel de los océanos, ejerciendo en general un influjo sobre los elementos fluidos del planeta, incluyendo a la atmosfera. Por ello, suele vincularse a los afectos y emociones, a los que muchísimas culturas relacionan con el agua. También se asocia a la feminidad, la sensibilidad y el inconsciente.
En la tradición védica, substrato cultural de la India, remite a MANAS, la mente (que incluye pensamientos y sentimientos), la cual refleja la luz del BUDDHI, el intelecto, relacionado, a su vez, con el Sol. 
En el yoga CHANDRA (nombre de la Luna en sánscrito) y SURYA, el Sol, representan la dualidad que la práctica debe integrar.  HA y THA también significan Sol y Luna, de ahí la denominación de Hatha Yoga. En la anatomía sutil del yoga encontramos, además, un pequeño centro energético en el lado izquierdo del abdomen llamado CHANDRA CHAKRA y también aparece en la representación simbólica de SVADISTAN, el segundo de los siete chakra principales.
En la tradición del Occidente clásico, que se mantuvo durante la Edad Media, la Luna dividía el cosmos entre el mundo llamado sub-lunar, terrenal e imperfecto, y el mundo supra-lunar, donde se encontraban las esferas perfectas de los astros. Era, pues, una especie de mediadora, como lo es la mente, a través de la cual es posible el conocimiento.

La Luna pasa de la plenitud a la oscuridad todos los meses. Aparece, crece, se muestra, se oculta, decrece,… De este modo nos recuerda la dinámica cíclica del tiempo sobre todas las cosas. El ir y venir de nuestros pensamientos es cíclico y también lo es la producción de determinadas hormonas que regulan el sueño, nuestros estados de ánimo y nuestros ciclos vitales, siendo el caso paradigmático el de la menstruación en las mujeres.
Todo sigue este ritmo que es la vida misma en su continuo nacer y renacer, como un latido.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Shiva y los orígenes del yoga



Cuenta la leyenda que Shiva, ante la tristeza que le causaba a su esposa Parvati ver el sufrimiento en el mundo, y con tal de permitirle distinguir lo real de lo ilusorio y así consolarla, se dedicó a enseñarle todos los secretos del Yoga en una playa apartada para que nadie pudiera verles. Sin embargo, un pequeño pez (Matsya) les observaba a diario desde cierta distancia y con gran curiosidad. Así pasó el tiempo y el pez fue memorizando todas las posturas y meditaciones hasta que, un día, fue descubierto por el señor Shiva. Después de reprenderlo por haber estado espiándolos, Shiva decidió convertirlo en hombre y mandarlo a la tierra a difundir el Yoga entre los mortales. Es en este punto donde la mitología parece unirse con la historia, ya que ciertamente existió un gran maestro del yoga con el nombre de “señor de los peces”, Matsyendra Naht, discípulo de Mahadeva que, según algunos, era una encarnación de Shiva.

Junto a Brahma y Vishnu, Shiva es una de las tres divinidades que forman la trimurti, los tres aspectos de la divinidad en tanto que creadora (Brahma), mantenedora (Vishnu) y destructora o transformadora (Shiva). Shiva encarna este aspecto dinámico y una de sus representaciones más populares es como Nataraja, el danzarín, bailando la danza del cosmos. Su consorte, Shakti-Parvati, es la energía pura, la madre de todo, aspecto femenino de Shiva que en la India tiene sus propios devotos (los shaktas) y que se considera tan indisociable de su aspecto masculino que existen numerosas representaciones de Siva-Shakti fundidos en uno solo.
Mas Shiva es también representado a menudo en posición meditativa, pues es el dios que asiste a los yoguis y ascetas y a los que practican austeridades. 
Según la tradición shaiva y según el shivaísmo de Cachemira, Shiva es la Consciencia pura de la que todo surge y a la que todo va a parar. En su aspecto destructor, es aquél que destruye el ego y la ignorancia procurando la liberación.

Algunas de las posturas clásicas del yoga remiten a los distintos aspectos de Siva: encontramos, por ejemplo, NATARAJASANA, que refiere a su aspecto danzarín, o VIRABHADRASANA (el guerrero), que refiere a su aspecto temible y destructor.





lunes, 29 de octubre de 2012

Invitación a la meditación...




Mucha gente piensa que la meditación es algo difícil, que requiere mucha fuerza de voluntad, que no está al alcance de todo el mundo, que no “sirve” para nada…
Ahora que abundan los estudios científicos que corroboran los beneficios de la meditación; ahora que cada vez más personas hacen la prueba, conscientes de que la auto-escucha es una herramienta valiosísima precisamente en los tiempos que corren, me gustaría mandar una invitación a sentarse y dejar que la mente se calme, y verdaderamente escuchar, verdaderamente mirar

Meditación no es exactamente una práctica, sino lo que ocurre cuando uno practica. Es el estado al que el yogui se dirige. Se trata de un estado de comprensión y de paz, difícil de expresar con palabras, y que cada tradición comprende de un modo ligeramente distinto, como despertar, iluminación, trascendencia, liberación, contacto con la divinidad… Sea como fuere, vale la pena simplemente ponernos en camino. Cada pequeño paso que demos hacia la meditación tiene una “recompensa” y un sentido inmediato. Si caminamos por la calle y escuchamos nuestra respiración, nos detenemos a contemplar lo que nos rodea en paz, deteniendo el juicio y la comparación, ello sólo ya es un descanso y como una corriente de aire fresco que dejamos pasar a nuestro interior. Cada vez que practicamos, que nos sentamos a dejar descansar la mente y ampliar nuestra visión, generamos una energía muy beneficiosa a nuestro alrededor.
Sólo hay que comprender que no hay ningún objetivo, ningún lugar al que llegar; la práctica comienza en el estar realmente presentes en el presente, sin esperar nada.

Si tomamos nuestra práctica con libertad, con los ojos abiertos y libres de prejuicios, podemos dejarnos llevar, pues, en realidad, la mente no es el enemigo a combatir; la mente es un mecanismo hermoso al que le gusta descansar y aclararse, renovarse. Sólo hay que permitirse salir de los viejos patrones y encontrar el silencio desde donde lo nuevo, lo incondicionado, puede expresarse también a través nuestro.

lunes, 22 de octubre de 2012

SOLTAR




Si en estos días de otoño echamos un vistazo a la naturaleza veremos cómo ella se desprende de lo que ya floreció y ahora quiere reunirse de nuevo con la tierra. Es una invitación a dejar morir en paz el pasado: los hábitos que ya no necesitamos; los objetos que ya no tienen sentido a nuestro alrededor; los viejos patrones… Igual que el árbol que va desprendiéndose de sus hojas una a una, el otoño nos invita a despojarnos, a soltar, porque la desnudez es fortaleza para el invierno. Nos preparamos así para un tiempo de mayor recogimiento.
La naturaleza muda de piel y de colores en un bello estallido, antagónico y análogo al de la primavera, ¿porqué no recibir y expresar también nosotros este impulso? Así recibiremos al frío invierno desde la simplicidad y la paz que crea el liberarse.
El yoga es también un camino a la simplicidad y a la unidad con la naturaleza. Escuchar sus ritmos y sentirlos en nosotros tiene un beneficio extraordinario: nos permite vivir con mayor consciencia y mayor libertad, sintiendo en el surgimiento de lo espontáneo la expresión misma de la Naturaleza a través nuestro, en la cualidad de nuestra energía de cada momento.
 
Propuestas

-  Hacer una buena limpieza: Vivimos rodeados de objetos y mantenemos una relación con cada uno de ellos, ¿acaso no resulta agotador? Seguro que hay muchos objetos de los que nos podemos desprender o a los que podemos dar un mejor uso: ropa, muebles, aparatos…
- Empezar a pasar más tiempo en casa para encontrar espacios en los que interiorizarnos y escucharnos.
- Acercarse a la naturaleza y observar: aprenderemos mucho de la enseñanza silenciosa de los bosques.
-   Conectar con la tierra: podemos sentir la energía de la tierra que nos sostiene mediante pequeñas prácticas de meditación en los centros bajos del cuerpo (sobre todo MULADHAR CHAKRA, el centro raíz), durante nuestra práctica de yoga o en cualquier momento, tratando de conectar con la energía que nos sostiene, en la planta de los pies, en la pelvis… Observar todas aquellas cosas que nos dan sustento: los alimentos, las relaciones con las personas y con el entorno, las creencias profundas.
- También es buen momento para participar en un temazcal (una cabaña de sudar), una respiración holotrópica, bailar, o realizar cualquier actividad que nos ayude a desprendernos de las cargas acumuladas para re-situarnos en el momento presente.


lunes, 15 de octubre de 2012

NADI SHODHANA



Parece que el mundo exterior nos exija cada vez más energía nerviosa. Sea por sensibilidad a la multitud de estímulos a la que estamos sometidos, sobre todo en las ciudades; sea por la herencia de determinados patrones de conducta; lo cierto es que la mayor parte de nuestras acciones son más bien reacciones, y no expresiones de una voluntad libre, como a menudo se las concibe. Si examinamos porqué hacemos las cosas del modo cómo las hacemos, nos daremos cuenta de que hay poco espacio para la acción meditada, para el pensamiento y la expresión libres. Como mínimo, así es vivido por muchas personas.
Encontrar el espacio para descansar la mente, para respirar, para “soltar” las cargas y tensiones físicas y emocionales, es una necesidad para gran parte de la población. Para que la libertad verdaderamente tenga lugar.

El ejercicio del que hablamos esta semana puede ser una herramienta valiosa para encontrar este espacio y este equilibrio, que puede practicarse, o bien de forma aislada, o bien al principio o al final de la sesión de asanas, favoreciendo mucho un estado de interiorización y una mayor serenidad.



NADI SHODHANA

Aunque a menudo se incluye esta técnica entre los PRANAYAMA, pues constituye la base para muchos de los ejercicios de control del PRANA o energía vital, puede considerarse también un SHATKARMA, ya que, en realidad se trata de una técnica de purificación del organismo.
En concreto, consiste en purificar (SHODHANA significa limpieza o purificación) los NADI, que son los canales por donde fluye la energía en nuestro cuerpo.

Mediante una respiración alternada y equilibrante, NADI SHODHANA incide sobre todo en los NADI IDA y PINGALA, los cuales se encuentran a lado y lado (entrecruzándose en algunos puntos significativos) del SUSHUMA NADI, el canal energético central, el cual coincide aproximadamente con el eje de la columna vertebral. IDA y PINGALA representan la energía femenina y la energía masculina, el Sol y la Luna, y, de algún modo, la dualidad que el HATHA YOGA pretende “ligar” o armonizar. No obstante, se trata de un ejercicio muy completo y cuya práctica continuada tiene efectos profundos a todos los niveles del organismo, ya que a través del sistema de NADI se regula y se distribuye la energía que sustenta tanto los diferentes sistemas del cuerpo físico como el ámbito mental.

TÉCNICA

Básicamente consiste en respirar de forma alterna, por una y por otra fosa nasal. Para ello se tapa, sin ejercer presión, la fosa nasal que permanece pasiva con uno o con dos dedos. Se suele utilizar NASAGRA MUDRA: colocando los dedos índice y medio en el entrecejo se podrá tapar con el dedo pulgar una fosa nasal (la derecha si usamos la mano derecha) y con el anular la otra, alternadamente. De modo que una vuelta del ejercicio en su forma más sencilla consiste en:
  1. Inspirar por la fosa nasal izquierda, tapando suavemente la fosa nasal derecha.
  2. Expirar por la fosa nasal derecha, tapando suavemente la izquierda.
  3. Inspirar por la fosa nasal derecha.
  4. Expirar por la fosa nasal izquierda, tapando de nuevo la derecha.
Se suele empezar a practicar realizando diez vueltas y luego se va aumentando hasta veinticinco o más, permitiendo que el ritmo respiratorio sea cada vez más pausado, contando el tiempo que dedicamos a la inspiración y a la expiración y poco a poco ir aumentándolo. Además, es común añadir retenciones del aire, tanto a pulmón lleno como a pulmón vacío, con algunos BANDHA o llaves energéticas, para incrementar los efectos del ejercicio cuando ya se tiene cierta práctica.


BENEFICIOS

- Incrementa la absorción del oxígeno y del PRANA, estimulando a su vez la eliminación del dióxido de carbono y de las impurezas del cuerpo.
-  Ventilación completa de los pulmones.
-  Purificación de la sangre.
-  Regulación del ritmo cardíaco.
- Fortalece y estabiliza el sistema nervioso, tanto el simpático como el parasimpático.
-  Equilibra la actividad de los dos hemisferios cerebrales y de los NADI IDA y PINGALA.
- Disolución de bloqueos energéticos a través de la regulación de la circulación pránica.
-  Reduce la ansiedad y el estrés.
-  Induce a los estados de interiorización, concentración y meditación.
-  Si se practica con BANDHA o KUMBHAKA, se añaden los beneficios de éstos.


CONTRAINDICACIONES

No tiene ninguna si se practica con la intensidad adecuada al nivel de experiencia y no se fuerzan las retenciones de aire


lunes, 8 de octubre de 2012

Detener la mente, sumergirse y mirar





La mente es el resultado del pasado. Toda actividad mental tiene sus raíces en el pasado. La verdad, o la realidad, o la vida, es una cosa móvil, una cosa viva, que es fresca a cada instante, que es nueva a cada instante. Y moverse con ella, entrar en el libre movimiento de la vida –el cual es libertad, el cual es mutación- es algo que no puede alcanzarse a través de una acción de la mente.

Vimala Thakar, ¿Qué es la mutación de la mente?


No se trata de hacer nada; de cambiar nada; de conseguir nada…
La mente es un mecanismo muy bello y complejo dirigido a la acción. Ella funciona siempre en base a la comparación con lo conocido, es decir, en base a la memoria, al pasado: con una velocidad vertiginosa, trae al presente las palabras, las imágenes ya oídas o vistas, lo ya realizado, y trata de encajarlo en el presente para actuar de forma correcta. ¿Pero cuál es la forma correcta para la mente?
Parece que la mente hoy en día sea más conservadora que nunca, parece que esté realmente asustada. Es quizá por esta sobreabundancia de estímulos, de exigencias del mundo industrializado, que la mente se encuentra especialmente agitada, que no encuentra fácilmente la calma, y acude corriendo a los viejos hábitos.
Es por esta referencia constante al pasado, a lo que ya no es porque ya ha sido que a la mente siempre se le escapa la vida, pues la vida es el puro movimiento afirmativo del presente. Todo es completamente nuevo a cada instante.

Lo más asombroso y liberador para la mente es la percepción de que también el yo, el observador, es completamente nuevo a cada instante, de que la identidad es una idea-lastre de la cual es posible desprenderse para mirar desde la simplicidad del estar sumergido en el presente. Aquí empieza el yoga, tal y como lo enuncia el primer sutra de los Yoga Sutra de Patanjali (el más clásico y sistemático tratado sobre yoga):

atha yoganusasanam

Ahora es el yoga.

Yoga es sumergirse en la vida, en el movimiento siempre presente, sin tratar de detenerlo. Y la meditación es precisamente este contacto directo y libre con la vida que se produce cuando la mente está en silencio.