clases de yoga

domingo, 27 de enero de 2013

Poner el mundo cabeza abajo



Invertir el patrón de movimiento, de actuación o de pensamiento es siempre un ejercicio enriquecedor: nos muestra que ese orden fijo que ponemos sobre las cosas es en realidad una ficción y ésta puede llegar a aprisionarnos. Al cambiar el punto de vista dejamos espacio suficiente para que la propia actividad creativa florezca; la Vida nos sorprende entonces desde el interior.
En el cuerpo la constante presión de la gravedad (como, en otro nivel, los hábitos que tiran de nosotros hacia el pasado) nos agota al final de la jornada, con el paso de los años y si no se cuida bien el equilibrio de la postura y del movimiento puede producir el aplastamiento de las vértebras y la descompensación del riego sanguíneo sobre los diferentes sistemas del organismo. Para contrarrestar estos efectos y conseguir otros muchos beneficios, en la tradición del yoga se desarrollaron las posturas invertidas, es decir, aquéllas en las que la cabeza se sitúa por debajo del centro del cuerpo. Este tipo de posturas son de las más apreciadas por los yoghis, ya que revitalizan todo el organismo y mejoran la concentración y el equilibrio mental y emocional, incidiendo sobre el más elevado de los centros energéticos de la anatomía sutil el cuerpo, SAHASRAR CHAKRA.
Al encontrarse nuestro punto más elevado cerca de la Tierra, mientras que nuestra raíz conecta con el Cielo, tomamos la forma del árbol mitológico, que nos recuerda que el orden del cosmos es circular y que, como dice la máxima hermética “como es arriba, así es abajo”.

Algunas posturas invertidas y semi-invertidas son:
 
-         SARVANGASANA
-         SIRSASANA
-         ADHO MUKHA SVANASANA
-         ADHO MUKHA VRKSASANA
-         VIPARITA KARANI MUDRA
-         HALASANA

Las más intensas, como SIRSASANA suelen dejarse para el final de la sesión, una vez el cuerpo ya se ha tonificado y se ha activado el riego sanguíneo.

BENEFICIOS:

-  Poseen un efecto de drenaje sobre los órganos pélvicos y abdominales, mientras que los órganos vitales, como el cerebro, el corazón y los pulmones se llenan de sangre.
-  Mejoran la circulación y tonifican el sistema glandular: en especial la glándula tiroides, la paratiroides y la pituitaria.
-   Los pulmones descansan y la capacidad vital aumenta pues hay que aprender a respirar con el peso de las vísceras sobre el diafragma.
-  Liberan la sangre congestionada del colon y aumenta las contracciones peristálticas ayudando al estreñimiento.
-   Nutre los ojos con sangre fresca reduciendo la degeneración macular, y los nervios del ojo se relajan.
-   La calidad del sueño mejora.
-   Los huesos y los músculos del cuello se fortalecen.
-   Mejora la concentración rápida y eficazmente.

CONTRAINDICACIONES
 
-  Espondilitis cervical
-  Problemas cardiacos y presión sanguínea alta
-  Desprendimiento de retina
-  Dolor de cabeza, de muelas o de oído
-  Evitar durante la menstruación
-  No utilizar lentes de contacto
-  No es recomendable que niños sostengan las posturas más de medio minuto
-   Trastornos de las glándulas tiroides
-   Arteriosclerosis
-  Nunca se han de practicar cuando existe congestión cefálica previa, por ejemplo en los catarros o rinitis alérgica
-   Lesiones cervicales







domingo, 20 de enero de 2013

SATYA




Cuando empezamos a practicar yoga nos fijamos, sobre todo, en los beneficios que éste aporta a nuestra salud. Sin embargo, como bien sabe el practicante avanzado, el yoga no es una terapia, ni tampoco una “cura preventiva”, sino un camino largo y ancho por todas las dimensiones de la Vida, del que la práctica de ASANA (posturas) y PRANAYAMA (control de la energía), son sólo los primeros pasos.

Se trata de un camino que uno emprende solo o de la mano de un maestro (en la tradición india la transmisión se produce siempre de maestro a discípulo), pero uno puede ayudarse también de los textos clásicos y, en especial, del más clásico de todos, los Yoga-Sutra de Patanjali, que es una fuente de inspiración inagotable para cuando ya tenemos el pie en el aire y estamos dispuestos a dar el siguiente paso.



Patanjali nos dice que el sentido último del yoga es el cesamiento de las fluctuaciones de la mente para que el observador pueda establecerse en su naturaleza esencial. Toda la primera parte de los Yoga-Sutra la dedica a perfilar esta definición para facilitar su comprensión, mientras que en la segunda parte da claves prácticas importantes para que el practicante alcance su objetivo, paso a paso. Estos pasos están muy estructurados y comprenden  tanto las prácticas más enfocadas hacia la meditación y el SAMADHI (absorción en el Ser), como aspectos más de tipo ético o de relación con el entorno, que crean las condiciones adecuadas para que la meditación se produzca. Los primeros de estos aspectos son los llamados YAMA, que suele traducirse por “abstinencias” pero se trata más bien de actitudes que el practicante debe fomentar para mantenerse en un estado de consciencia conveniente para avanzar en el camino. Los YAMA son cinco y hoy me gustaría hablar del segundo de ellos, SATYA.



SATYA proviene de la raíz sánscrita sát, que significa ser, realidad o esencia, pero también tiene el sentido de verdad o bien. El hecho de que la verdad y el ser no sean contempladas como cosas separadas implica que hay una correlación entre el ser y su expresión. SATYA como precepto para nuestra vida cotidiana implica expresarse con veracidad, es decir, no mentir, no falsear, expresar únicamente aquello que uno verdaderamente conoce. Ello conlleva una honestidad derivada de la mayor escucha de uno mismo, además de ser consciente y estar atento a cada pensamiento y a cada acción para ajustarlos al máximo a la verdad de lo que cada uno es.

SATYA no es, a nuestro entender, una privación, sino todo lo contrario, pues nos libera de falsos anclajes y de la tensión emocional que suponen el tener que cumplir determinadas expectativas y del miedo a no corresponder con la imagen que hemos generado de nosotros mismos.

SATYA procura la calma emocional necesaria para el desarrollo de BUDHI, la intuición, y el practicante se convierte entonces en un espejo fiel de la Consciencia y sólo así avanza hacia la comprensión.




lunes, 7 de enero de 2013

La presencia del Absoluto



Todas las noches cerramos los ojos y el mundo se cierra con este mismo gesto. Se baja el telón y damos paso así a la experiencia cotidiana más cercana a la muerte. El teatro se irá vaciando, lentamente. 
Esta experiencia es el sueño profundo y reparador que ocurre durante las horas en que no soñamos, en las que la mente realmente descansa.


Tras este contacto con la desconocida oscuridad sin sueños, nos despertamos con energía renovada porque hemos bebido de la fuente original: cada noche tocamos el Absoluto, nos fundimos con él, sólo que de manera inconsciente y, al abrir los ojos, cuando la función vuelve a comenzar, olvidamos de dónde venimos.

Todas las enseñanzas antiguas dirigidas a la experiencia y comprensión del Absoluto, toda la mística y el yoga se dirigen, simplemente, a hacer de esta experiencia algo consciente y constituyente.
Se trata de no olvidar la Fuente, de sentir su fluir siempre presente, reconocer que esa energía-presencia-fuerza esta ahí, en nosotros, en todo momento. Esto es algo muy difícil y, a la vez, no hay nada más sencillo. Simplemente hacerlo, como cuando alguien te dice “se feliz” y, tal vez sólo durante un breve instante, comprendes que la felicidad trata precisamente de esto, de ser feliz, de dejarse ser feliz y no fijar la atención en las condiciones que le suponemos a la felicidad. Ella es incondicionada, como lo es la presencia de la que hablamos.

Tratar de comprender es un esfuerzo de la mente por ordenar y dar sentido, por encontrar el propio lugar, y esto está bien. Tratar de sentir, es un esfuerzo de la imaginación por proyectar una imagen en el cuerpo, imprimirle una huella y así producir una transformación, esto también está bien, forma parte de la Vida conociéndose a sí misma, experimentándose.
Añadir la presencia del Absoluto no es hacer algo distinto, pero es hacerlo de otro modo, hacerlo con paz porque simplemente se hace, se es. Esto es el yoga, la unión, pues entonces desaparece la diferencia entre la experiencia, el experimentador y el Absoluto y todo se revela como una Naturaleza única.