clases de yoga

lunes, 5 de noviembre de 2012

Shiva y los orígenes del yoga



Cuenta la leyenda que Shiva, ante la tristeza que le causaba a su esposa Parvati ver el sufrimiento en el mundo, y con tal de permitirle distinguir lo real de lo ilusorio y así consolarla, se dedicó a enseñarle todos los secretos del Yoga en una playa apartada para que nadie pudiera verles. Sin embargo, un pequeño pez (Matsya) les observaba a diario desde cierta distancia y con gran curiosidad. Así pasó el tiempo y el pez fue memorizando todas las posturas y meditaciones hasta que, un día, fue descubierto por el señor Shiva. Después de reprenderlo por haber estado espiándolos, Shiva decidió convertirlo en hombre y mandarlo a la tierra a difundir el Yoga entre los mortales. Es en este punto donde la mitología parece unirse con la historia, ya que ciertamente existió un gran maestro del yoga con el nombre de “señor de los peces”, Matsyendra Naht, discípulo de Mahadeva que, según algunos, era una encarnación de Shiva.

Junto a Brahma y Vishnu, Shiva es una de las tres divinidades que forman la trimurti, los tres aspectos de la divinidad en tanto que creadora (Brahma), mantenedora (Vishnu) y destructora o transformadora (Shiva). Shiva encarna este aspecto dinámico y una de sus representaciones más populares es como Nataraja, el danzarín, bailando la danza del cosmos. Su consorte, Shakti-Parvati, es la energía pura, la madre de todo, aspecto femenino de Shiva que en la India tiene sus propios devotos (los shaktas) y que se considera tan indisociable de su aspecto masculino que existen numerosas representaciones de Siva-Shakti fundidos en uno solo.
Mas Shiva es también representado a menudo en posición meditativa, pues es el dios que asiste a los yoguis y ascetas y a los que practican austeridades. 
Según la tradición shaiva y según el shivaísmo de Cachemira, Shiva es la Consciencia pura de la que todo surge y a la que todo va a parar. En su aspecto destructor, es aquél que destruye el ego y la ignorancia procurando la liberación.

Algunas de las posturas clásicas del yoga remiten a los distintos aspectos de Siva: encontramos, por ejemplo, NATARAJASANA, que refiere a su aspecto danzarín, o VIRABHADRASANA (el guerrero), que refiere a su aspecto temible y destructor.





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