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miércoles, 24 de febrero de 2021

Redescubrir PRATYAHARA

A pocas personas sorprende hoy en día el hablar de la memoria del cuerpo. Sabemos que hay huellas sutiles en él que nos llevan a vivencias pasadas, a veces traumas, otras aprendizajes de todos los colores. Lo que a menudo resulta sorprendente es el camino que toman estas memorias para aflorar y revelarnos ese tesoro antiguo enterrado entre tejidos. Así me asombré ayer durante la práctica al recordar dos ejercicios generalmente clasificados dentro del PRANAYAMA o control de la energía (Prana). Algo que aprendí en su momento pero que nunca practiqué con asiduidad, prefiriendo otros. Se trata del BRAHMARI PRANAYAMA o respiración de la abeja y el SANMUKHI MUDRA, ambos parte del cuerpo de prácticas más tradicionales del Hatha Yoga. Creo que el recuerdo vino por una necesidad de interiorizar, de soltar la excesiva demanda del exterior, o la excesiva atención a ese exterior que constantemente nos llama a la acción, al hacer más que al Ser. Estos dos sencillos ejercicios nos ayudan mucho en la transición hacia el aparente caos (se trata, en realidad, de un orden superior), la maravilla y el sosiego del mundo interno.


1. BRAHMARI

Para realizar Brahmari Pranayama basta con sentarse en Sukhasana o en la postura en la que te sientas cómoda para meditar o respirar, con la pelvis bien apoyada y la columna y la cabeza descansando sobre ella. Si prefieres practicar en silla, asegúrate que las plantas de los pies puedan apoyarse en el suelo.  Cerrando los ojos, coloca los pulgares sobre el trago (saliente cartilaginoso situado delante del conducto auditivo), minimizando la entrada de sonidos del exterior. A partir de aquí empieza a pronunciar una "z" vibrante como el zumbido de una abeja. El sonido durará todo lo que dure la exhalación y será lo más uniforme en volumen posible. Luego vuelve a inhalar y realiza otra vuelta. 2 o 3 minutos de este ejercicio proporcionan una calma mental sorprendente, además puedes combinarlo fácilmente con respiración yóguica completa o con bandhas, siendo una buena preparación para la meditación.



2. SANMUKHI MUDRA

De nuevo sentado como para pranayama o meditación, con el tronco erecto y la cabeza erguida, cierra los ojos y permanece tranquilamente ahí unos instantes. Levanta las manos hacia la cara con los codos extendidos lateralmente. Con suavidad, coloca los dedos índices bajo las cejas sobre los ojos, los dedos medios bajo éstos cerca de las fosas nasales y los anulares y meñiques por encima y por debajo de los labios, respectivamente. Los pulgares se llevan al trago del oido como en el anterior, tapando el canal auditivo.

En este ejercicio los dedos hacen las veces de "cerrojos" para los sentidos (por eso, también se le llama Pratyahara), de modo que con ellos acompañas los párpados hacia abajo para cerrar los ojos; cierras un poco las fosas nasales (dejando espacio para respirar) y acercas entre sí los labios. Todo con un contacto suave. Permanece así un mínimo de dos minutos, sin alterar ninguna parte del cuerpo, pero conservando la sensibilidad de los dedos. Siente la quietud que experimentan los sentidos y el frescor en los ojos. A continuación suelta las manos y observa sensaciones, pensamientos...

Brahmari Pranayama y Sanmukhi Mudra pueden incluso convinarse entre sí, añadiendo al segundo el zumbido de la abeja.


PRATYAHARA

Dentro del Hatha Yoga, pratyahara es una disciplina autónoma a parte del Pranayama que prepara para los estadios propiamente meditativos: Dharana, Dhyana y Samadhi. No vamos a entrar aquí en la distinción entre estos tres estadios sino que nos quedaremos en esta disciplina previa que debe dominar cualquier aspirante a meditador/a: Pratyahara, es decir la retracción de los sentidos hacia el interior, lleva al control de uno mismo y al equilibrio interno. Lo que suceda afuera ya no te sacará tan fácilmente de este equilibrio, pues se ha desarrollado la capacidad de gobernar los sentidos, tal como Platón también decía al hablarnos del auriga que controla al caballo blanco y al caballo negro, haciendo referencia a nuestra parte animal e instintiva.

No resulta fácil decir a estas ventanas al mundo que existe un mundo tan infinito como el exterior en el interior,  un lugar ciego o lado oculto de la luna. No resulta fácil sino a veces aterrador cuando el mundo interno es gobernado por emociones dolorosas, pues éstas son las que más fácilmente se nos acumulan en el cuerpo por no haber sido expresadas. Se requieren grandes dosis de amor, paciencia y compasión para seguir mirando, escuchando y sintiendo hacia adentro. Estos ejercicios y muchos otros; la contemplación; el arte; el movimiento consciente, son buenas herramientas, pero la mejor de todas es el coraje, la perseverancia y una pizca de fe, como la que tiene el abejorro en que va a volar pese a que sus alas sean minúsculas y desafíe a todas las "leyes de la aerodinámica". 

El corazón nada sabe de leyes que solo rigen la proyección exterior de aquéllos que les damos crédito.










viernes, 14 de diciembre de 2018

Portales de acceso a lo No-Manifestado

Más que una verdad clara y distinta, el famoso cogito ergo sum "pienso, luego existo" enunciado por Descartes, resultó ser una profecía. El rumbo de la modernidad que pensadores como él estrenaban, nos ha llevado a identificar cada vez más la existencia y lo que nos hace propiamente humanes con la actividad puramente mental. Nos hemos ido moviendo hacia una única modalidad del Ser, precisamente hacia aquella dedicada a delimitarnos. Creemos que somos la cárcel que nos contiene y es justamente al revés.
Ya dijo Jean-Paul Sartre, y no fue el único, que Descartes cometió un error fundamental en su enunciado: La consciencia que dice "yo pienso" no puede ser la misma que la que dice "yo existo". Hay una consciencia que piensa y una consciencia que se da cuenta o  que sabe que piensa. Si no fuera así, viviríamos pensando sin saber que pensamos, completamente alienados... De hecho, a menudo es así y parece que cada vez más.

La autoconsciencia, el ser consciente de uno mismo, es un movimiento reflexivo genuïnamente humano que requiere salirse del flujo del pensar y conectar con la intuición o "pensamiento superior", con otra modalidad situada "más arriba", pues tiene más perspectiva. Quizás podríamos decir que añade una dimensión o visión. Ya dijo Einstein, pensador sumamente intuïtivo, que la consciencia que ha creado el problema no puede ser la misma que es capaz de resolverlo. Operamos en niveles.
En términos del filósofo catalán contemporáneo Josep María Esquirol: "Vivir es sentir-se viviendo." Hay algo más fundamental en la aprehensión de la existencia, algo seguramente más cercano al sentir que al pensar. Ese "algo" llega de forma clara y distinta en la contemplación o en la meditación, ya desde sus comienzos. Este es uno de esos lugares donde la práctica resulta mucho más clarificadora que el desarrollo conceptual. Lo primero que ocurre cuando te sientas a meditar es que sobreviene el flujo del pensar y te das cuenta de que piensas. A veces el flujo te atrapa, pero con la práctica es cada vez más fácil situarse en la orilla, en ese otro modo del ser, libre de la inercia de los pensamientos, que abre un campo o una dimensión nueva. Se abre la Consciencia.

Cuando la consciencia se dirije hacia adentro, hacia sí misma, se encuentra con lo No-Manifestado. Pensamiento es Manifestación y, de hecho, algunas tradiciones afirman que el Universo es Mente, que todo está hecho de pensamientos. El reconocimiento del crear de la propia fuerza creadora la "condensa" en una singularidad. Es como un lugar infinitamente grande e infinitamente pequeño (interno) a la vez, y se siente como una paz o quietud de fondo que todo lo envuelve. Llegar a ello requiere práctica y/o una suerte de "gracia". Pero hay portales de acceso, seguramente muchos y distintos según las tradiciones y particularidades de cada sentir; cinco de ellos, que Eckhart Tolle resume en su famoso El Poder del Ahora resultarán ser, seguramente, los más asequibles para el modo de ser moderno. Ellos son:

  • Entrar en contacto con el cuerpo interno, es decir, con el campo energético que envuelve y penetra el cuerpo. Esta práctica es muy potente, pues se trata de sentir la vida misma vibrando y latiendo, abandonando cualquier imagen o proyección sobre el cuerpo para sentir-se como fuerza o energía. De este modo la consciencia se mueve a un flujo expansivo y profundo y uno se da cuenta de que los límites que creemos que tenemos son puras imágenes añadidas a esa experiencia vital.
  • Permanecer intensamente presente. Pues el presente es lo único que existe y que puede conectarte con lo que verdaderamente eres. La mente dirigida constantemente al pasado o al futuro nos mantiene en una ilusión que nos desconecta de nuestra verdad. Estar presente quita poder a la mente y en favor de la vida y la pone en su lugar.
  • Entrar en el silencio. Como decía Raimon Panikkar, uno de los mayores peligros de la industrialización y de la modernidad es que no deja lugar al silencio. Ni dentro ni fuera. Ahora con la llamada "era de la información" este problema se evidencia todavía más. Todo surge del Silencio, especialmente toda Verdad. El Silencio envuelve cada sonido, engendra la Palabra y, en sí mismo, conduce a la profundidad infinita. Volver al silencio, que a menudo requiere de la soledad, es de una honestidad radical. En él no hay engaño posible, en él la ilusión se desgasta y perece.
  • Ser consciente del Espacio. La consciencia de espacio es el correlato del silencio en el sentir. No hay objetos sin un lugar donde los objetos se dan y lo mismo ocurre con los pensamientos y las sensaciones. Consciencia de espacio es consciencia de matriz, de fuente, de Ser más allá de lo que se ve. Entrando profundamente en esta consciencia la interioridad y la exterioridad se funden.
  • Rendirse a lo que es. Aunque todos los portales están guardados por la muerte y el ego muere en ellos (aunque luego pueda resurgir), este es el que más claramente requiere de su sacrificio. Rendirse a lo que es es la aceptación radical de lo que uno es y de lo que se da, el abandono de toda resistencia ante el mundo. La Paz que conlleva esta rendición es un bien que a veces se adquiere tras grandes batallas y mucho dolor, otras veces por un destello o comprensión de que todo ya es perfecto.


sábado, 22 de septiembre de 2018

¿Qué es estar iluminado/a?


Cuanto más lejos situemos el objeto que nos ocupa, sea este la iluminación o cualquier otro, más podremos hablar de él, filosofar entorno, venerar, engrandecer, hacer como que conocemos y sabemos algo. Esto es, precisamente, lo que mejor hace el ego: pretende y crea separación, engrandece y empequeñece; dualiza.

Sobre todas las cosas, al ego le interesa crear separación en el Ser, algo que es verdaderamente imposible y sólo una ilusión en la que creemos para mantener una idea de identidad bajo las garras del miedo. El miedo del ego a desaparecer, a ser desenmascarado. Y es que sólo es eso, una máscara, una forma prestada.

En realidad, la iluminación no puede ser un objeto o un concepto, no puede estar lejos ni cerca, ya que es el estado natural del Ser, nuestro estado natural, donde sujeto y objeto se funden. Es la realidad que sustenta y da origen a todo. Es el SENTIR la conexión y la Unidad del Universo, manifestado y no-manifestado. 
Este estado se revela únicamente ahora, en la presencia donde el nudo del ego, que entrelaza una idea de pasado y de futuro, se deshace por completo. 
Al permitirte sentir plenamente, el Alma recupera su estado natural de consciencia y plenitud. Vuelve al hogar.

El camino hacia la iluminación es un camino de deshacer, desmontar y desaprender; un ir quitándose capas y capas de disfraces, ilusiones, identificaciones... Hasta vislumbrar la esencia y hacer de ella lugar de residencia.

Eckart Tolle, en su famoso libro El poder del Ahora, enumera distintos portales de acceso al Ser, estos son: el Silencio; el Espacio; la Rendición y, por supuesto, el Ahora, la entrega completa al momento presente (y aun hay más). Todos ellos forman parte del Camino del Yoga o camino a la Unidad.

¿Ah, y el Amor? El Amor no es un portal. El Amor mana, fluye e impregna toda la realidad en cuanto uno de estos portales se abre. ¿Vamos? :)

sábado, 2 de junio de 2018

AVIDYA y el sueño de MAYA


Para comprender el objetivo de la meditación y del yoga, resulta muy interesante y casi necesario acercarnos a algunos de los conceptos importantes de la tradición hindú y budista, ambas provenientes de la cívilización védica o protovédica, sistemas filosóficos y espirituales con raíces tan antiguas como la humanidad misma.

Comprender los conceptos nos sirve de puente. Avidya esta formado por el prefijo negativo a- y la palabra vidya, que significa "ver, saber, comprender". Vidya deriva de la raíz porto-hindoeuropea weid, de la que también deriva el latín videre (ver) o el inglés wit. 
Aunque es bastante común que se traduzca avidya como ignorancia, muchos autores apuntan a que esta traducción no es adecuada, ya que avidya es más bien una no-sabiduría, un oscurecimiento de la percepción que genera una visión equibocada de la realidad. Señala la confusión fundamental entre lo permanente y lo impermanente que, según Patanjali, auntor del texto más clásico del yoga, los Yoga-Sutra,  es el principal obstáculo para el yoga (como estado de realización del ser). Aquél que vive en avidya cree que el mundo impermanente captado por los sentidos y proveniente de los estados mentales es la realidad última. El objetivo de la práctica del yoga es eliminar las perturbaciones de la mente para que ésta sea capaz de abrirse a la dimensión permanente del mundo, Espíritu o Dios.
Avidya es la contraparte de otro concepto muy importante en la tradición hindú, maya, que suele traducirse como ilusión, sueño o irrealidad y que hace referencia al cosmos creado y al mundo tal como lo vemos. Así como avidya refiere a una falta de comprensión desde el sujeto; maya se refiere al mundo fenoménico mismo como ilusorio. Sin embargo Maya tambiéne es una diosa y una fuerza creadora y milagrosa, madre de la propia muerte (Mritiu). Para algunos místicos esta manifestación es real. Cada persona u objeto físico, desde la perspectiva de la eternidad, es como una breve y perturbada gota de agua en un océano sin límites. La meta de la autorrealización espiritual es entender esto, sentir intuitivamente la diferencia entre el yo y el universo como una falsa dicotomía; puesto que la idea de que la conciencia y la materia física, o la mente y el cuerpo son cosas diferentes, es el resultado de una perspectiva no-iluminada, de avidya o de la mente oscurecida.

Los sistemas de conocimiento orientales son multidimensionales, los conceptos se conectan entre sí y nos hablan de distintos niveles de comprensión, desde el cosmológico, cómo es el mundo y la realidad y qué lugar ocupamos en él, hasta lo más práctico referente a la psicología y la salud en el día a día.
En los Yoga Sutra II.3 y II.4, Patanjali señala que los obstaculos que impliden una percepción clara de la realidad son:

- la comprensión defectuosa (avidya)
- la confusión de valores
- el exceso de apego
- las aversiones irracionales
- el sentimiento de inseguridad

Siendo el primero, el orígen de los otros cuatro.

Acompañarnos a nosotros mismos a escuchar, a recibir el silencio, mantenernos en serena expectación, suavizar nuestros juicios y nuestras ideas preconcebidas, no dejarnos arrastrar por el flujo de la mente alterada y las llamadas de los sentidos; estimular la confianza en nosotros mismos, la fe, la voluntad y la intuición, son algunas de las cosas que podemos hacer para salir de avidya. Aunque vivimos dentro del tejido de Maya, somos también Purusha, el gran Espíritu.




viernes, 18 de mayo de 2018

Consciencia Primordial




Hay una verdad sobre la que el pensamiento y el sentir orbitan, como satélites tratando de captar una frecuencia olvidada. Esa verdad es tan evidente como escurridiza algunas veces y viste muchos nombres; emerge, se esconde, se racionaliza, se explica y se cree(a). En general la podemos llamar espíritu o consciencia.

Cuando empiezas a meditar reconoces los patrones de pensamiento, las imágenes, las emociones y las sensaciones que aparecen, pero, en seguida, se hace evidente algo más simple sin lo que todo lo demás no existiria: Eres consciente. Todos estos contenidos y fenómenos se dan en el marco de una interioridad, de un espacio que a veces llamamos presencia otras veces consciencia y que mantiene una relación especial con otro lugar, aun más misterioso, al que, desde las investigaciones de Freud a principios del siglo XX, llamamos inconsciente. 

¿Qué es ser consciente? En un sentido, poco más que una suerte de continuidad entre las imágenes y el diálogo interno, un hilo conductor; o quizá una fuerza que da significado y vida, que crea y atestigua simultáneamente.  Desde el pensamiento moderno en seguida  se nos aparecerá la idea del "yo", pues no concebimos consciencia sin ego, sin esta idea autoreferente. Pero se trata de un concepto algo problemàtico cuando abordamos la introspección, sobre todo cuando vamos un poco más allá de la pura racionalidad y juego de las ideas, que es lo que sucede en la práctica la meditación o cuando nos aproximamos a las filosofías antiguas, cuyo marco de referencia es muy otro. De hecho, algunos de los problemas más comunes con los que una persona educada bajo el canon de Occidente se encuentra es esta idea de ser un sujeto o "yo" separado del mundo. Este marco o paradigma, usando la terminología de Thomas Khun, es algo muy propio del pensamiento moderno, heredero de la revolución científica y el racionalismo cartesiano, pero no fue siempre así. Hubo un tiempo ancestral en que el ser humano concebía un mundo vivo y consciente en dónde fuerzas cargadas de intención y de significado (dioses, devas, espíritus, genios, aliados...) regían y acompañaban los acontecimientos, los ciclos y la vida tanto de la humanidad como de la naturaleza. De aquella visión del mundo hay todavía múltiples ejemplos en culturas en las que no ha habido ruptura con esta clase de conocimiento y movimientos que, tras la crisis que la revolución industrial y la cultura de masas supuso, buscan un retorno a un cosmos más lleno de sentido para vivir mejor. Y es que parte del interés que nos despierta la espiritualidad y las visiones orientales o indígenas tiene que ver con una necesidad de dar sentido a un mundo del que la propia razón nos ha apartado.




En la visión primordial o ancestral, el yo o sujeto forma parte del mundo participando del mismo, formando un contínuo de consciencia. La naturaleza tiene inteligencia y alma y las relaciones con la misma son a través del símbolo, la analogía y el ritual, formando parte de la realidad cotidiana. No hay ruptura entre uno mismo y el mundo y éste posee interioridad, no habiendo tampoco una escisión entre alma y cuerpo, mundo físico y mente. 
En contraposición, la visión moderna traza una línea clara entre el yo y el mundo. La consciencia pertenece únicamente al sujeto individual, que quedará como encerrado en su propia subjetividad; y el mundo, vacío de significado, se presenta como una colección de objetos con los que únicamente se puede mantener una relación instrumental, de uso.
Así es como se llega a situar al ser humano por encima de la naturaleza y los demás seres del mundo y se procede a una serie de relaciones de expolio y "falta de empatía" planetaria que nos ha conducido a múltiples desastres ecológicos, socioeconómicos y psicológicos.


La búsqueda espiritual que muchas personas iniciamos tiene mucho que ver con un anhelo de retorno a un cosmos más vivo y significante, volver a hacer del mundo un hogar. Tener un lugar, formar parte de un plan, una idea de destino, un objetivo, un propósito; hallar paz y equilibrio... Se expresa de muchísimas maneras, algunas más místicas, otras más mundanas, pero finalmente este impulso viene a querer mover esas paredes del yo en la que nos hemos encerrado desde hace siglos. Ese pacto recurrente que nos aísla y nos hace vivir la llamada "soledad existencial" y el anhelo de trascendencia parece que ya no pueda sostenerse mucho más. Miramos hacia atrás, hacia ése pensamiento ancestral y las sabidurías antiguas, para ir hacia adelante, para hacer coherente un Universo cada vez más mágico e infinito, un mundo que se polariza una sensibilidad que puede abrirse en todos y cada una de nosotros. La meditación es una puerta perfecta para ahondar en este amado desconocido, aunque seguro se abrirán muchas más  :)




viernes, 20 de abril de 2018

Los 5 KOSHAS o envolturas del ser






La anatomía sutil es la ciencia que surge de la observación del ser y describe los sistemas o capas que lo conforman, tanto a nivel físico como no físico. 

Todas las tradiciones contemplativas, así como las medicinas tradicionales de muchísimas culturas, tratan y entienden el cuerpo no meramente como un objeto en el mundo, sino como un conjunto de sistemas en relación con el entorno y entre sí a través de complejas redes de intercambio energético. El descubrimiento de estos sistemas es fruto de un trabajo colectivo, tanto de la introspección e investigación de practicantes de la ciencia contemplativa (meditadores y meditadoras, chamanas, heremitas, etc.) como de la observación del mundo y de los "cuerpos externos" a uno mismo por parte de sanadores y sanadoras, artistas y hombres y mujeres de conocimiento. 
Resulta asombrosa la coincidencia de las descripciones de esta anatomía sutil en todas las culturas. Muchas describen meridianos o canales de energía conectados a los órganos, como en la Medicina Tradicional China o el Ayurveda, y capas o cuerpos de energía o elementos más sutiles que se sobreponen y amplian la dimensión física del yo.



En el caso del Yoga, la anatomía sutil describe también la vía de realización o evolución del ser, desde lo más denso a lo menos denso. Se describen 5 KOSHAS o envolturas principales:


ANNAMAYA KOSHA: Literalmente és el cuerpo conformado por los alimentos, es decir, el cuerpo físico denso. En la práctica del yoga, esta dimensión corresponde sobre todo a ASANA (posturas y encadenamientos).

PRANAMAYA KOSHA: El cuerpo de PRANA o energía vital. Podría equipararse al campo electromagnético y se ve muy influenciado por cómo nos sentimos. En el yoga se trabaja específicamente a través de los PRANAYAMA o ejercicios de control y dirección de la energía (a través de la respiración, los mudras, etc.).


MANOMAYA KOSHA: És el también llamado cuerpo mental inferior (o cuerpo astral), formado por las emociones y los pensamientos espontaneos. Se trabaja a través de las primeras fases de la meditación, que entrenan la atención, interiorización o DHARANA.

VIJÑANAMAYA KOSHA: És el cuerpo mental superior o del discernimiento, formado por los pensamientos elevados, la capacidad de discernir, evaluar e integrar conocimiento. Corresponde al siguiente nivel de la meditación, una vez interiorizada la atención: DHYANA o concentración.

ANANDAMAYA KOSHA: Se le llama cuerpo causal, porque es la causa de las demás envolturas. En esta dimensión no existen tiempo, espacio ni individualidad. És el cuerpo de la dicha llamada ANANDA. A través de la práctica meditativa, el yogui llega al estado de SAMADHI. En este estado, que es como un destello de luz, desaparecen todos los límites.

El camino del yoga describe un proceso evolutivo a través de todos los niveles de los koshas. El yogui se va liberando de las limitaciones de las envolturas hasta alcanzar el cuerpo causal, donde se verifica la unión de la consciencia individual con la consciencia cósmica PARAMATMAN.

Lo que resulta muy interesante de ésta y otras visiones, es que cuerpo y espíritu se integran i se trabajan simultáneamente, como una sola cosa, pues se trata únicamente de ir profundizando en uno mismo, en todas las dimensiones, sin negar, excluir u ocultar ninguna. 
El cuerpo es el templo, con la práctica abrimos la puerta y allí, al fondo, iluminado, te espera tu altar a lo desconocido, a lo divino de tí mismo.

Feliz práctica :)







martes, 27 de marzo de 2018

TAPAS: austeridad y poder personal


 Tapas es un aspecto clave de la vida del yogui, pero aquí en occidente tiende a no prestársele demasiada, o ninguna atención, pues representa lo contrario a lo que nos resulta cómodo y asociamos con el bienestar, ya que podría traducirse como sacrificio o austeridad. No obstante, sin esta idea, lo que el yoga es en realidad se desdibuja. 
Muchos profesores y profesoras de yoga lo repetimos, el yoga no es una gimnasia, aunque incluya ejercicios físicos, el yoga es un camino espiritual y, quien se ha adentrado por este tipo de sendas sabe que no todo el tiempo son caminos de rosas y que implican compromiso, riesgo, voluntad y estar dispuesto a destruïrse a uno mismo y a volverse a construïr infinitas veces. Un verdadero yogui o yoguini es un guerrero, el camino le exige los pies en la tierra, la cabeza en el cielo, fluidez en el alma y fuego en el estómago.
Y es que tapas es también el fuego (de ahí que se lo relacione con el sacrificio, pues ambas cosas van juntas en la tradición india) y se sitúa en la zona del estómago-abdomen. Allí es donde, según el ayurveda y la mayoría de las tradiciones orientales ,se encuentra este elemento, el fuego digestivo que transforma los alimentos, la chispa que enciende el movimiento, el ki o energía vital, el fuego de la voluntad, de la transformación. En un nivel fisiológico es donde lo que tomamos del mundo es procesado y transformado en una sustancia asimilable, siendo eliminado lo que no es necesario, en el proceso que constituye la nutrición, nuestra más primaria relación con el mundo.
En otro nivel, tapas es ése fuego purificador donde podemos echar todo aquéllo que deseamos transmutar: pensamientos, hábitos, tendencias, carácteres, historias que nos contamos, creencias, límites etc. Finalmente aquéllo que se ofrece en sacrificio es siempre el ego; la renuncia más grande del yogui no es el mundo sino el yo.

Hay muchas prácticas del yoga dirigidas a avivar este fuego interno mediante respiraciones intensas, asana, pranayama, mudra, ejercicios de concentración (dharana), pero también podríamos incluïr otras prácticas como el ayuno o la inmovilidad rigurosa durante horas o días, o el sometimiento a determinadas pruebas o ejercicios espirituales algo más esotéricos. Tapas puede resultarnos chocante desde fuera al nivel de algunos yoguis que desde nuestro imaginario serían faquires. Ellos son los que dedican su vida a tapas y, según la creencia tradicional, adquieren grandes poderes o siddhis (tales como la levitación, la clarividencia o el control absoluto de las funciones vitales) a base de hacer grandes sacrificios. A occcidente le repele esta idea, pero al igual que en la India, también aquí muchas personas ofrecían y ofrecen sacrificios y se sometían austeridades en fechas señaladas por el calendario religioso para conseguir el favor de dioses y santos, o para limpiarse de sus malas acciones. Este concepto de limpieza es algo muy distinto a la penitencia, por eso es algo que nos cuesta de entender. Tener un mal pensamiento, sostener un hábito que sabes que és perjudicial para tí o para otros, llevar una vida desarmónica con tus ideales o tu manera de pensar, son cargas y responsabilidades, pero no algo por lo que debas culparte o hacerte pequeño. Ése es el legado de un uso del cristianismo orientado a la dominación del pueblo. Tapas representa lo contrario, el poder personal que tiene el individuo sobre su propia vida, representa la liberación. Al ofrecer a tu fuego interno tu antiguo yo, pues al final, todo lo que se ofrece a este fuego de sacrificio, como hemos dicho, forma parte del ego, te haces un bien a tí mismo y le hacer un bien al mundo. Te refinas, te pules como diamante para brillar con tu propia luz. Es un proceso de eliminar para iluminar. La culpa no tiene ningún lugar en ello, tampoco la idea de bien o mal, el juicio o la comparación. La devoción que requiere tapas es únicamente hacia la Vida, y la vida acoge gozosa cualquier cosa que le ofrezcas en sacrificio, por difícil, dolorosa, pequeña, corrupta, infame o ridícula que te parezca. El fuego es neutro, no juzga, el fuego es únicamente poder. Es maravilloso, en la práctica, ofrecer nuestras antiguas identificaciones, los patrones de comportamiento o las ideas que nos hacían sufrir y es cierto que requiere esfuerzo y entrega, pero las recompensas son enormes desde el momento en el que te enfocas, te conectas con lo que verdaderamente eres y reunes toda tu energía para darte a luz a tí misma, contínuamente.








miércoles, 21 de febrero de 2018

PARIVRTTA PARSVAKONASSANA : La Espiral


La espiral es uno de los patrones más queridos y más bellos Naturaleza. La encontramos por doquier: en el reino vegetal; en las conchas de los animales del mar; en las olas; las galaxias; en nuestro ADN... Parece que la vida quiera siempre volver, pero de un modo diferente. 

La espiral es la semilla de los llamados patrones fractales, que repiten la misma forma cambiando de magnitudes, de escalas o de niveles. Así la espiral representa este salto que és el aprendizaje, recoje una experiencia y la lleva más allá.

En el yoga, nada representa mejor este patrón que las posturas de torsión de la columna vertebral y una de mis favoritas es Parivrtta Parsvakonasana (estiramiento lateral de pie invertido). Aunque, dentro de las básicas del yoga, no se considera una postura para principiantes, con una buena preparación al inicio de la práctica, que nos llevará unos 15-20 minutos, podemos llegar a ella con relativa seguridad. Para la preparación recomiendo movimientos de basculación y rotación de la pelvis sobre el suelo y de estiramiento y movilización de la cintura escapular, estudiando su relación con la cintura pélvica, y algún estiramiento de piernas y posturas o encadenamientos que incluyan torsiones más sencillas como ASHTA KARANA (8 movimientos de la columna) o JATHARA PARIVRTTI (torsión de columna sobre el suelo). Trabajar también incluyendo descansos y atención a la respiración.

Tras la preparación, te recomiendo paso por paso:

1. TADASANA, postura de pie: fijándote en cómo repartes el peso por las plantas de tus pies, la colocación de la pelvis, hombros y pecho.
2. VIRABHADRASANA I: construye una buena base de guerrero adelantando una pierna, flexionando y estabilizando tu rodilla creando un ángulo de noventa grados. Los dos lados de la pelvis alineados y el coxis dirigiéndose hacia el suelo. Eleva los brazos hacia el cielo, baja los hombros y expande el pecho.
3. ATMAN ANJALI MUDRA: juntando las palmas de las manos, bájalas por la línea central de tu cuerpo hasta dejarlas delante de tu corazón.
4. PARIVTTA PARSVAKONASSANA, giro de la columna vertebral: inclina  el tronco hacia adelante de manera que el coxis se dirigirá ahora en diagonal hacia abajo y gira hasta llevar el codo contrario sobre la rodilla que tienes adelantada. Cuida de repartir el peso entre las dos piernas, poniendo atención en alargar la de detrás para no sobrecargar la de delante. dirige la mirada hacia el cielo :)

 BENEFICIOS DE LAS TORSIONES:

- En las torsiones, los órganos pélvicos y abdominales se comprimen y se cargan de sangre.
- Mejoran la flexibilidad del diafragma y alivian trastornos de la columna vertebral, de caderas e inguinales. 
- La columna se vuelve más flexible, mejorando el flujo de sangre a los nervios espinales, tonificando los órganos internos e incrementando los niveles de energía, aportando tranquilidad a la mente. 
- Las torsiones son muy eficaces para aliviar dolores de espalda y de cabeza, así como la rigidez en el cuello y hombros. 
- Mientras el tronco gira, los riñones y los órganos abdominales se activan y ejercitan, lo cual mejora la digestión y eliminan el aletargamiento.
- Las torsiones actúan sobre el conjunto pelviano (articulación sacro-iliaca, pubis, articulación de la cadera) y en diversa proporción sobre las articulaciones vertebrales y articulaciones costales. 
 - Las torsiones juegan un papel importante en el estiramiento de los músculos vertebrales, estos son pequeños músculos que regulan la posición de las vértebras durante los diversos movimientos. Estos músculos tienden a la anquilosis o endurecimiento por falta de ejercicio. La edad avanzada también es un factor de anquilosis, aunque puede contrarrestarse perfectamente mediante una gimnasia moderada como el yoga. 

Fuente: Adhara Yoga


 Más allá de los beneficios físicos, las torsiones nos alinean con nuestra capacidad natural de salirnos del hábito, de las rutinas y de la norma establecida. Nos aportan libertad y la capacidad de ver el mundo de un modo distinto, estimulando nuestra inspiración y creatividad.


Girando en espiral, también resonamos con el verdadero movimiento de nuestro sistema solar!  :)






miércoles, 7 de febrero de 2018

Fuerzas Opuestas



A través de la práctica del yoga o el trabajo corporal uno puede llegar a darse cuenta de que lo que crea tension en el cuerpo es el encuentro entre dos fuerzas opuestas. Este principio físico de movimiento funciona, además, en el ámbito mental-emocional, en lo que entendemos como vida interior.

Si estamos de pie, el peso debería distribuirse por el esqueleto creando un equilibrio, pero al existir alguna fuerza o disposición que añade una conducta diferente, actuando de forma opuesta en algunos puntos, el sistema retiene, desvía o inmobiliza algunas de las partes, creando tensión e incluso dolor, en otras. 


Es parte del objetivo del yoga, el Feldenkrais o las artes del movimiento el restaurar la armonía del cuerpo-mente mediante la resolución de estas contradicciones en una expresión coherente y bella que proporcione una mayor libertad y estabilidad al individuo.

Observando cómo funcionan los miedos y los llamados "pensamientos negativos",veremos que ocurre algo similar. Generalmente existe algún sentimiento o emoción que actúa, de forma más o menos oculta, "en contra" del bienestar y la paz mental, es decir del flujo de la Presencia. Cuanto más oculta está esa emoción que produce un desvío o estancamiento de la energía interna, esta se proyecta hacia el pasado (melancolía) o hacia el futuro (ansiedad), mayor es la fuerza que acumula y generará más y más pensamientos y más y más rápidos, alejándonos del estado de Presencia. 
Una vez localizado y liberado el sentimiento, la dinámica cesa y vuelve por los cauces que nos permiten estar presentes y gozar y experimentar plenamente la Vida.

Por eso la pràctica simultànea en la observación y la entrega, la respiración y el movimiento, la atención y el aprendizaje, resulta una experiencia liberadora de todo el Ser. Al resolverse el conflicto, en el cuerpo físico y en el mental-emotivo el individuo puede comprenderse integramente mejor como Uno, siendo este un primer paso para una integración mayor; la resolución de la creencia conflictiva de estar separados.



Dice en Un Curso de Milagros "Antes de que la separación introdujese las nociones de grados, aspectos e intervalos, la percepción no existía. El espíritu no tiene niveles." y " Los niveles creados por la separación no pueden sino estar en conflicto. Ello se debe a que ninguno de ellos significa nada para los demás."


El camino del autoconocimiento puede asemejarse al de ir cosiendo, poco a poco las partes, disolviendo los límites. Uno de los retos más grandes, sobre todo para los occidentales, es disolver la idea de que el cuerpo y la mente son dos cosas distintas que nada significan la una para la otra. El siguiente reto es el encuentro con el otro, enmendar esa fractura que se expresa en las relaciones y en lo social. 
Comprender la ilusión de las fronteras nos sitúa ante un vacío, un infinito de vida, para el que muchas o ninguna palabra es necesaria.