clases de yoga

lunes, 19 de noviembre de 2012

¿Cómo te sientes?




Cuando alguien nos pregunta como estamos o como nos sentimos a menudo tardamos unos segundos en responder. Este tiempo es necesario para acudir a la mente y que ella haga lo que mejor sabe hacer: buscar una imagen pasada, comparar, juzgar y luego etiquetar.  Lo hace muy rápido y acostumbra a hacerlo muy bien, ya que adapta la respuesta a nuestro interlocutor, le da la forma adecuada según las circunstancias y emite un verdadero juicio de valor sobre nosotros mismos y nuestro entorno; todo en cuestión de un instante. En este eficaz engranaje existen, sin embargo, algunas cosas que fallan. La mente tiende a homogeneizar y polarizar la información, es decir, a reducirla en términos opuestos: bueno-malo, mejor-peor, agradable-desagradable, etc. Para ello necesita poner en un mismo plano la experiencia presente y las imágenes del pasado, pero en la experiencia presente hay algo cualitativamente distinto de las imágenes que tenemos del pasado y a la mente se le escapa.
La experiencia presente es puro movimiento sin imagen; el pasado, en cambio, es un conjunto de ideas fijas que nos hemos formado y que usamos como referencia, como “punto de apoyo”, configurando nuestros hábitos, nuestras creencias y nuestra auto-imagen.

Siempre que hablamos de consciencia hablamos de consciencia presente. No existe la consciencia pasada, ella es siempre presente porque es el puro movimiento, el puro fluir. Incluso cuando recordamos algo, la consciencia se mueve, y es necesario que lo haga para “revivir” el pasado. Así hacemos presente lo que ya fue y lo modificamos, adaptándolo a nuestras necesidades actuales.
Preguntar como nos sentimos es preguntar sobre el presente, sobre el movimiento que esta verdaderamente ocurriendo y al que todavía no podemos dar ni forma ni nombre; en el momento en que lo hagamos ya será pasado. Entonces la mente yerra en su esfuerzo y será mejor escuchar y guardar silencio, que el cuerpo hable y que fluya el movimiento.

Uno de los primeros pasos del yoga, así como de otras técnicas que implican la consciencia corporal como pueden ser la danza o las artes marciales, es aprender a percibir el propio movimiento, el propio presente, esta amalgama de cuerpo-consciencia que somos. Se trata de un movimiento complejo, cambiante y siempre nuevo que incluye la actividad de todas las células de nuestro cuerpo, los flujos internos, los latidos, las respiraciones, los pensamientos, las emociones, las percepciones… Se trata de llevar la consciencia hacia el interior, hacia el cuerpo, y así descubrimos que también el cuerpo es una sensación que fluye, un movimiento, y que es falsa esa imagen fija e inerte que nos habíamos construido de él. Se trata de descubrir que no es posible poner límites al cuerpo. Los límites se crean en la cabeza; el cuerpo es abierto, sensible, vulnerable, inteligente, sin juicios. Es en el cuerpo donde descubrimos lo que es la vida.

En la reunión con la vida que fluye comienza la práctica del yoga.

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