El esqueleto
humano está formado por más de doscientos huesos y todos ellos, excepto el
hueso hioides (en la parte anterior del cuello, bajo la lengua), están unidos entre sí en un continuo revestido de otras estructuras
conectivas como son los músculos, los tendones, los ligamentos y los cartílagos.
Además de las
funciones relacionadas con el sostén, la protección y la movilidad, el sistema
esquelético funciona como almacén
metabólico, regulando el intercambio de sales de calcio y fosfatos, vital
para el buen funcionamiento de todas las células del cuerpo. Y, todavía más, en
la corteza esponjosa de algunos huesos, encontramos la médula ósea, que funciona como una auténtica factoría en la que se forman y se
diferencian las células sanguíneas. Así pues, el esqueleto es una estructura viva y de vital importancia
para el organismo a la que vale la pena conocer y cuidar a cualquier edad.
El Ayurveda, que
es la antiquísima medicina tradicional india, considera que los huesos se
componen de los elementos: tierra y aire. Ello nos da una idea de su doble
naturaleza: por un lado sostienen, dan peso y fuerza; por otro son porosos y
están embebidos de cualidades más sutiles y más “hondas”, por así decir. No en
vano empleamos la expresión “llegar hasta la médula” (al moll de l’òs) cuando nos referimos a indagar hasta alcanzar la esencia de algo, o que,
cuando hablamos de la pieza esencial que sostiene una estructura, sea esta un organismo
vivo como una hoja o inanimado como un andamio, le llamemos alma. Existe una íntima relación entre
lo que sostiene y lo que anima, entre el principio creativo (recordemos la hematopoyesis o formación de las células
que forman la sangre en el interior de los huesos) y el que mantiene, nutre y
hace crecer; en fin, entre el alma y el cuerpo.
Algunos de los tratamientos de la osteoporosis, una de las dolencias más comunes en personas, en especial mujeres, mayores de 40 años, incluyen plataformas vibratorias para hacer vibrar todo el sistema esquelético. Los malos hábitos de la vida sedentaria, las deficiencias hormonales o las carencias alimentarias pueden provocar serias pérdidas de densidad ósea, que se puede frenar o revertir al activar esta cualidad resonante del sistema.
El cuerpo está
hecho para moverse y para ser como un receptor-transmisor, dar y tomar, dejar
pasar y transformar la energía. El equilibrio
consiste precisamente en esto: en saber soltar lo que ya no es necesario y que puede
llegar a ser perjudicial y tomar lo que necesitemos de la naturaleza, y que le
devolveremos transformado en una forma distinta.
Mantener
nuestras articulaciones bien irrigadas, sanas y lubricadas mediante el
ejercicio suave y consciente; adoptar buenos hábitos de postura y movimiento;
aportar los nutrientes y el descanso necesarios a nuestro esqueleto, todo ello
nos ayuda a equilibrar todo el sistema y a ganar en salud, vitalidad y
equilibrio.
http://www.huesos-para-la-vida.com/Bones-for-life/Huesos_para_la_vida.html
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