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miércoles, 24 de febrero de 2021

Redescubrir PRATYAHARA

A pocas personas sorprende hoy en día el hablar de la memoria del cuerpo. Sabemos que hay huellas sutiles en él que nos llevan a vivencias pasadas, a veces traumas, otras aprendizajes de todos los colores. Lo que a menudo resulta sorprendente es el camino que toman estas memorias para aflorar y revelarnos ese tesoro antiguo enterrado entre tejidos. Así me asombré ayer durante la práctica al recordar dos ejercicios generalmente clasificados dentro del PRANAYAMA o control de la energía (Prana). Algo que aprendí en su momento pero que nunca practiqué con asiduidad, prefiriendo otros. Se trata del BRAHMARI PRANAYAMA o respiración de la abeja y el SANMUKHI MUDRA, ambos parte del cuerpo de prácticas más tradicionales del Hatha Yoga. Creo que el recuerdo vino por una necesidad de interiorizar, de soltar la excesiva demanda del exterior, o la excesiva atención a ese exterior que constantemente nos llama a la acción, al hacer más que al Ser. Estos dos sencillos ejercicios nos ayudan mucho en la transición hacia el aparente caos (se trata, en realidad, de un orden superior), la maravilla y el sosiego del mundo interno.


1. BRAHMARI

Para realizar Brahmari Pranayama basta con sentarse en Sukhasana o en la postura en la que te sientas cómoda para meditar o respirar, con la pelvis bien apoyada y la columna y la cabeza descansando sobre ella. Si prefieres practicar en silla, asegúrate que las plantas de los pies puedan apoyarse en el suelo.  Cerrando los ojos, coloca los pulgares sobre el trago (saliente cartilaginoso situado delante del conducto auditivo), minimizando la entrada de sonidos del exterior. A partir de aquí empieza a pronunciar una "z" vibrante como el zumbido de una abeja. El sonido durará todo lo que dure la exhalación y será lo más uniforme en volumen posible. Luego vuelve a inhalar y realiza otra vuelta. 2 o 3 minutos de este ejercicio proporcionan una calma mental sorprendente, además puedes combinarlo fácilmente con respiración yóguica completa o con bandhas, siendo una buena preparación para la meditación.



2. SANMUKHI MUDRA

De nuevo sentado como para pranayama o meditación, con el tronco erecto y la cabeza erguida, cierra los ojos y permanece tranquilamente ahí unos instantes. Levanta las manos hacia la cara con los codos extendidos lateralmente. Con suavidad, coloca los dedos índices bajo las cejas sobre los ojos, los dedos medios bajo éstos cerca de las fosas nasales y los anulares y meñiques por encima y por debajo de los labios, respectivamente. Los pulgares se llevan al trago del oido como en el anterior, tapando el canal auditivo.

En este ejercicio los dedos hacen las veces de "cerrojos" para los sentidos (por eso, también se le llama Pratyahara), de modo que con ellos acompañas los párpados hacia abajo para cerrar los ojos; cierras un poco las fosas nasales (dejando espacio para respirar) y acercas entre sí los labios. Todo con un contacto suave. Permanece así un mínimo de dos minutos, sin alterar ninguna parte del cuerpo, pero conservando la sensibilidad de los dedos. Siente la quietud que experimentan los sentidos y el frescor en los ojos. A continuación suelta las manos y observa sensaciones, pensamientos...

Brahmari Pranayama y Sanmukhi Mudra pueden incluso convinarse entre sí, añadiendo al segundo el zumbido de la abeja.


PRATYAHARA

Dentro del Hatha Yoga, pratyahara es una disciplina autónoma a parte del Pranayama que prepara para los estadios propiamente meditativos: Dharana, Dhyana y Samadhi. No vamos a entrar aquí en la distinción entre estos tres estadios sino que nos quedaremos en esta disciplina previa que debe dominar cualquier aspirante a meditador/a: Pratyahara, es decir la retracción de los sentidos hacia el interior, lleva al control de uno mismo y al equilibrio interno. Lo que suceda afuera ya no te sacará tan fácilmente de este equilibrio, pues se ha desarrollado la capacidad de gobernar los sentidos, tal como Platón también decía al hablarnos del auriga que controla al caballo blanco y al caballo negro, haciendo referencia a nuestra parte animal e instintiva.

No resulta fácil decir a estas ventanas al mundo que existe un mundo tan infinito como el exterior en el interior,  un lugar ciego o lado oculto de la luna. No resulta fácil sino a veces aterrador cuando el mundo interno es gobernado por emociones dolorosas, pues éstas son las que más fácilmente se nos acumulan en el cuerpo por no haber sido expresadas. Se requieren grandes dosis de amor, paciencia y compasión para seguir mirando, escuchando y sintiendo hacia adentro. Estos ejercicios y muchos otros; la contemplación; el arte; el movimiento consciente, son buenas herramientas, pero la mejor de todas es el coraje, la perseverancia y una pizca de fe, como la que tiene el abejorro en que va a volar pese a que sus alas sean minúsculas y desafíe a todas las "leyes de la aerodinámica". 

El corazón nada sabe de leyes que solo rigen la proyección exterior de aquéllos que les damos crédito.










martes, 28 de abril de 2020

El mito de Virabhadrasana o las posturas del Guerrero

De todas las divinidades del panteón hindú, que no son pocas, las más queridas por los yoguis y las yoguinis son seguramente, la pareja Shiva/Parvati o Shiva/Shakti, que, en términos metafísicos, representan por un lado la Consciencia y por otro la Energía o Poder. Algunas veces se los representa como un solo ser, mitad Shiva, mitad Shakti, juntos son los dos aspectos que sostienen, crean, destruyen y dan vida al Universo. De hecho, cuenta la leyenda que el yoga llegó a los seres humanos a través del sabio Matsyendra que, convertido en pez, escuchó de escondidas a Shiva enseñarle los secretos del yoga a su esposa Parvati. De este modo la enseñanza divina llegó a nuestras mundanas manos y Shiva y su consorte fueron los guías y maestros de quienes la practicaban.
Al sabio Matsyendra se le dedican las posturas Matsyendrasana y Matsyasana, la torsión sentada y la postura del pez. Pero, en lo que simbología refiere, las más conocidas son las llamadas posturas del Guerrero I, II y III, o Virabhadrasana I, II y III, que precisamente tienen mucha relación con esta pareja fundacional a la que se atribuye el origen del yoga.

Cuenta la historia que Sati (Shakti), la hija menor del rey Daksha, desde muy niña sintió una inclinación especial por Shiva y le entregó su corazón, algo que no complacía a su padre, ya que este esgrimía unos valores muy conservadores, ajenos a la naturaleza libre de Shiva. Tanto era así que al swayamvara de Sati, ceremonia tradicional en la que se reunían los pretendientes a una doncella para su elección, Daksha invitó a todos los príncipes y devas exceptuando únicamente a Shiva. Sati, por su cuenta, movida por el amor, lanzó su guirnalda al aire, pidiendo a Shiva que la recibiera y éste apareció en medio de la corte con la guirnalda puesta, de modo que el rey Daksha no tuvo más remedio que permitir su unión, retirando, eso sí, cualquier afecto que pudiera quedar a su hija. Se dice que la feliz pareja fueron a vivir a la isla de Bhoga, o isla del placer, pero que un día el rey volvió a reunir a todos los reyes, príncipes y devas para un importante sacrificio (el de un caballo), de nuevo omitiendo a Shiva y a su hija en la convocatoria. Sati se sintió tan apenada y deseó tanto volver a ver a sus padres que convenció a Shiva para asisitir de todos modos. Al llegar el cruel Daksha empezó a burlarse de ella, por aparecer sin haber sido invitada y a insultarla a ella y a su marido. Tanto enfureció y dolió esto a Sati que se prendió fuego por su propio yogagni, su fuego interior (en otra versión del mito se sienta a meditar e igualmente prende en llamas).
Al enterarse Shiva de lo sucedido, preso de la ira y la tristeza, se arranca un mechón de su larga cabellera y lo golpea contra el suelo. Tanto Virabhadra, el feroz guerrero, como Rudrakali, la diosa destructora, nacen de este mechón y de la cólera de Shiva y son aspectos de este. Se dice que Virabhadra era realmente temible, alto y oscuro como nubes de tormenta, con tres ojos y cabello ardiente. Rudrakhali tiene su propia historia, que veremos más adelante. También se atribuye a Virabhadra ser el destructor de Ajñana, la ignorancia o falta de conocimiento. Así, esta encarnación de la furia de Shiva va en busca del rey Daksha para darle muerte y vengar a Sati. Las tres posturas que llevan su nombre representan respectivamente el momento en el que Virabhadra alza su espada (Guerrero I), apunta con ella a los presentes (Guerrero II) y finalmente decapita a Daksha (Guerrero III). 
Una vez Virabhadra ha sido reintegrado en Shiva, éste siente compasión por el mezquino rey y lo revive colocándole una cabeza de chivo. Sati, por su parte, reaparece en otro hermoso mito encarnada en Parvati y se reúne de nuevo con Shiva, pero esa es otra historia que merece ser contada en otra ocasión con más detalles.


Simbología e intepretación del mito:

Todos los mitos tienen infinidad de interpretaciones y ningún significado los agota, sin embargo podemos aventurar que, en este mito, el rey Daksha representa la mezquindad y la bajeza del ego, o aquél aspecto de la psique que sólo mira en propio beneficio, movido por el temor o por otros afectos primarios. Sati representa la pureza del corazón, el amor y la devoción, mientras que Shiva representa la consciencia o el aspecto más espiritual o elevado. Varios momentos de la historia pueden llamarnos la atención; el hecho de que Sati entre en llamas, por ejemplo. Hay que entender que el fuego, en la antigua India era un elemento fundamental en los ritos, sacrificios y prácticas espirituales. En cualquier templo (y aun hoy en día) había un fuego que no se apagaba nunca y, de igual modo, se consideraba que el fuego de la devoción, capaz de purificar el cuerpo y el alma (tapas) se hallaba en el interior de cada ser. Tan potente era el fuego interno de Sati que podemos entender que en su autocombustión le permite trascender este mundo demasiado cruel. La ira sublimada de Shiva, por otra parte, se transforma en un guerrero capaz de decapitar estos aspectos bajos y primarios del ego. No es una ira que remuerde o envenena, es una ira que se expresa y cobra la forma de una acción que es otro sacrificio. Finalmente Shiva siente compasión por la bajeza de ese ser, pero al colocarle la cabeza de animal, nos recuerda su aspecto instintivo y poco elevado. El mito nos habla de la necesidad de vivir desde los aspectos más elevados de nosotros mismos, aunque ello implique, de un modo más o menos crudo, más o menos evidente, hacer algún sacrificio, entendido éste como purificación o trascendencia de los aspectos bajos.


Las Asanas

Volviendo a nuestro Guerrero y sus tres momentos de acción, veamos ahora estas tres posturas tan queridas y practicadas en casi cualquier variante del hatha yoga. Las tres son posturas de pie y que nos conectan con nuestro poder interno. Es necesario un buen enraizamiento de los pies, se fortalecen las piernas para crear una base firme, se activan los tres primeros chakra o centros de energía, pues la fuerza de la tierra asciende por las piernas dando firmeza a la postura y activando el plexo. Desde el plexo, la energía se expande en el pecho y se dirige a través de los brazos.


Virabhadrasana I


Desde Tadasana o postura erguida, un pie da un gran paso hacia adelante y se flexiona la rodilla 90º. El pie de detrás se mantiene en el suelo, la pierna extendida, repartiendo el peso en ambos pies. La rodilla de delante se alinea entre el primer y el segundo dedo del pie, las caderas se igualan hacia adelante, tirando un poco la de la pierna de delante hacia atrás. El coxis se orienta hacia el suelo y se extiende la columna vertebral y los brazos hacia arriba, manteniendo los hombros bajos. Si es cómodo para las cervicales, también el mentón se eleva. La postura permite sentir la fuerza ascendiendo por las piernas y concentrándose en un solo rayo hacia arriba a través del eje del cuerpo y los brazos.


Virabhadrasana II



Desde Tadasana, de nuevo un paso hacia adelante, piernas alineadas el talón de delante con el arco del pie de atrás. La pelvis gira quedando orientada entre las piernas, mientras que la rodilla de delante se mantiene sobre el tobillo y creando un ángulo de 90º. Los dos pies se agarran bien al suelo, creando una fuerza hacia el centro. El torso recto, el coxis orientado hacia el suelo y los brazos se extienden hacia los lados con las palmas de las manos hacia abajo. La mirada hacia la mano de delante, tratando de que el torso se mantenga estable en su lugar y los hombros bajos. En esta postura la fuerza de las piernas y caderas asciende y se amplia por los brazos creando un horizonte, se expande el pecho y la respiración y se liberan los músculos de la espalda. En la medida de lo posible, la cara y el abdomen relajados.


Virabhadrasana III


Desde Tadasana o desde alguna de las otras variantes de Virabhadrasana, ahora el peso se va completamente sobre un pie, elevando hacia atrás la otra pierna e inclinando el torso hacia adelante hasta que pierna y torso quedan paralelos al suelo. Las caderas estables y a la misma altura, la espalda recta, y los brazos extendidos hacia adelante (aunque en algunas subvariantes la posición de éstos puede variar). Ambas piernas están activas, y también los glúteos y el abdomen para estabilizar la espalda, una mayor fuerza y equilibrio se requieren en esta postura para extender todo el cuerpo y dirigir la energía hacia adelante. Es recomendable alargar las exhalaciones.

Las tres son posturas que requieren preparación, sobre todo si queremos mantenerlas un tiempo, suelen incluirse dentro de la sesión de yoga después de haber hecho algunas posturas suaves o encadenamientos como Suryanamaskar (saludo al Sol) u otro. Después de realizarlas conviene bajar la energía y calmar el cuerpo con algunas otras posturas más suaves y/o respiraciones conscientes. Las dos primeras son bastante asequibles para principiantes, para la tercera hace falta un poco de práctica, pero siempre podemos ayudarnos de una pared e ir testeando el cuerpo, aproximándonos con cuidado y siempre mejor si es de la mano de un profesor o una persona con experiencia que nos pueda ayudar.

¡Feliz práctica!






viernes, 20 de abril de 2018

Los 5 KOSHAS o envolturas del ser






La anatomía sutil es la ciencia que surge de la observación del ser y describe los sistemas o capas que lo conforman, tanto a nivel físico como no físico. 

Todas las tradiciones contemplativas, así como las medicinas tradicionales de muchísimas culturas, tratan y entienden el cuerpo no meramente como un objeto en el mundo, sino como un conjunto de sistemas en relación con el entorno y entre sí a través de complejas redes de intercambio energético. El descubrimiento de estos sistemas es fruto de un trabajo colectivo, tanto de la introspección e investigación de practicantes de la ciencia contemplativa (meditadores y meditadoras, chamanas, heremitas, etc.) como de la observación del mundo y de los "cuerpos externos" a uno mismo por parte de sanadores y sanadoras, artistas y hombres y mujeres de conocimiento. 
Resulta asombrosa la coincidencia de las descripciones de esta anatomía sutil en todas las culturas. Muchas describen meridianos o canales de energía conectados a los órganos, como en la Medicina Tradicional China o el Ayurveda, y capas o cuerpos de energía o elementos más sutiles que se sobreponen y amplian la dimensión física del yo.



En el caso del Yoga, la anatomía sutil describe también la vía de realización o evolución del ser, desde lo más denso a lo menos denso. Se describen 5 KOSHAS o envolturas principales:


ANNAMAYA KOSHA: Literalmente és el cuerpo conformado por los alimentos, es decir, el cuerpo físico denso. En la práctica del yoga, esta dimensión corresponde sobre todo a ASANA (posturas y encadenamientos).

PRANAMAYA KOSHA: El cuerpo de PRANA o energía vital. Podría equipararse al campo electromagnético y se ve muy influenciado por cómo nos sentimos. En el yoga se trabaja específicamente a través de los PRANAYAMA o ejercicios de control y dirección de la energía (a través de la respiración, los mudras, etc.).


MANOMAYA KOSHA: És el también llamado cuerpo mental inferior (o cuerpo astral), formado por las emociones y los pensamientos espontaneos. Se trabaja a través de las primeras fases de la meditación, que entrenan la atención, interiorización o DHARANA.

VIJÑANAMAYA KOSHA: És el cuerpo mental superior o del discernimiento, formado por los pensamientos elevados, la capacidad de discernir, evaluar e integrar conocimiento. Corresponde al siguiente nivel de la meditación, una vez interiorizada la atención: DHYANA o concentración.

ANANDAMAYA KOSHA: Se le llama cuerpo causal, porque es la causa de las demás envolturas. En esta dimensión no existen tiempo, espacio ni individualidad. És el cuerpo de la dicha llamada ANANDA. A través de la práctica meditativa, el yogui llega al estado de SAMADHI. En este estado, que es como un destello de luz, desaparecen todos los límites.

El camino del yoga describe un proceso evolutivo a través de todos los niveles de los koshas. El yogui se va liberando de las limitaciones de las envolturas hasta alcanzar el cuerpo causal, donde se verifica la unión de la consciencia individual con la consciencia cósmica PARAMATMAN.

Lo que resulta muy interesante de ésta y otras visiones, es que cuerpo y espíritu se integran i se trabajan simultáneamente, como una sola cosa, pues se trata únicamente de ir profundizando en uno mismo, en todas las dimensiones, sin negar, excluir u ocultar ninguna. 
El cuerpo es el templo, con la práctica abrimos la puerta y allí, al fondo, iluminado, te espera tu altar a lo desconocido, a lo divino de tí mismo.

Feliz práctica :)







miércoles, 21 de febrero de 2018

PARIVRTTA PARSVAKONASSANA : La Espiral


La espiral es uno de los patrones más queridos y más bellos Naturaleza. La encontramos por doquier: en el reino vegetal; en las conchas de los animales del mar; en las olas; las galaxias; en nuestro ADN... Parece que la vida quiera siempre volver, pero de un modo diferente. 

La espiral es la semilla de los llamados patrones fractales, que repiten la misma forma cambiando de magnitudes, de escalas o de niveles. Así la espiral representa este salto que és el aprendizaje, recoje una experiencia y la lleva más allá.

En el yoga, nada representa mejor este patrón que las posturas de torsión de la columna vertebral y una de mis favoritas es Parivrtta Parsvakonasana (estiramiento lateral de pie invertido). Aunque, dentro de las básicas del yoga, no se considera una postura para principiantes, con una buena preparación al inicio de la práctica, que nos llevará unos 15-20 minutos, podemos llegar a ella con relativa seguridad. Para la preparación recomiendo movimientos de basculación y rotación de la pelvis sobre el suelo y de estiramiento y movilización de la cintura escapular, estudiando su relación con la cintura pélvica, y algún estiramiento de piernas y posturas o encadenamientos que incluyan torsiones más sencillas como ASHTA KARANA (8 movimientos de la columna) o JATHARA PARIVRTTI (torsión de columna sobre el suelo). Trabajar también incluyendo descansos y atención a la respiración.

Tras la preparación, te recomiendo paso por paso:

1. TADASANA, postura de pie: fijándote en cómo repartes el peso por las plantas de tus pies, la colocación de la pelvis, hombros y pecho.
2. VIRABHADRASANA I: construye una buena base de guerrero adelantando una pierna, flexionando y estabilizando tu rodilla creando un ángulo de noventa grados. Los dos lados de la pelvis alineados y el coxis dirigiéndose hacia el suelo. Eleva los brazos hacia el cielo, baja los hombros y expande el pecho.
3. ATMAN ANJALI MUDRA: juntando las palmas de las manos, bájalas por la línea central de tu cuerpo hasta dejarlas delante de tu corazón.
4. PARIVTTA PARSVAKONASSANA, giro de la columna vertebral: inclina  el tronco hacia adelante de manera que el coxis se dirigirá ahora en diagonal hacia abajo y gira hasta llevar el codo contrario sobre la rodilla que tienes adelantada. Cuida de repartir el peso entre las dos piernas, poniendo atención en alargar la de detrás para no sobrecargar la de delante. dirige la mirada hacia el cielo :)

 BENEFICIOS DE LAS TORSIONES:

- En las torsiones, los órganos pélvicos y abdominales se comprimen y se cargan de sangre.
- Mejoran la flexibilidad del diafragma y alivian trastornos de la columna vertebral, de caderas e inguinales. 
- La columna se vuelve más flexible, mejorando el flujo de sangre a los nervios espinales, tonificando los órganos internos e incrementando los niveles de energía, aportando tranquilidad a la mente. 
- Las torsiones son muy eficaces para aliviar dolores de espalda y de cabeza, así como la rigidez en el cuello y hombros. 
- Mientras el tronco gira, los riñones y los órganos abdominales se activan y ejercitan, lo cual mejora la digestión y eliminan el aletargamiento.
- Las torsiones actúan sobre el conjunto pelviano (articulación sacro-iliaca, pubis, articulación de la cadera) y en diversa proporción sobre las articulaciones vertebrales y articulaciones costales. 
 - Las torsiones juegan un papel importante en el estiramiento de los músculos vertebrales, estos son pequeños músculos que regulan la posición de las vértebras durante los diversos movimientos. Estos músculos tienden a la anquilosis o endurecimiento por falta de ejercicio. La edad avanzada también es un factor de anquilosis, aunque puede contrarrestarse perfectamente mediante una gimnasia moderada como el yoga. 

Fuente: Adhara Yoga


 Más allá de los beneficios físicos, las torsiones nos alinean con nuestra capacidad natural de salirnos del hábito, de las rutinas y de la norma establecida. Nos aportan libertad y la capacidad de ver el mundo de un modo distinto, estimulando nuestra inspiración y creatividad.


Girando en espiral, también resonamos con el verdadero movimiento de nuestro sistema solar!  :)






viernes, 17 de febrero de 2017

CHIN MUDRA - JÑANA MUDRA



Un mudra es un gesto comúnmente trazado por las manos, aunque también hay mudras que implican otras partes, que traza un camino o intención en el cuerpo. Se dice también que los mudras son llaves energéticas, como los bhandas y, en general, todo lo que podemos consideras asanas o posturas de yoga. Lo especial de los mudras es que trabajan directamente sobre el nivel energético sutil. Influyen en la respiración y en los caminos por los que fluye tu energía, física, mental, emocional... y tu apertura al mundo. 
Además de para el control, el incremento y la distribución de la energía vital o Prana, los mudras se han utilizado durante miles de años con fines terapéuticos y hay mudras para tratar toda clase de enfermedades y condiciones (se puede encontrar una generosa muestra de estos usos y aplicaciones en el el libro de Gertrud Hirschi, Mudras, ed. Urano).
De hecho, un mudra expresa mucho más que lo referente al cuerpo y comunica con lo sagrado.



JÑANA MUDRA o CHIN MUDRA (dependiendo de si los dedos señalan hacia arriba o hacia abajo) es el mudra más conocido y empleado de todos, tanto en el yoga como en otras prácticas, seguramente por su potencia y porque en sí mismo resume y simboliza las bases filosóficas del yoga: La armonía de la consciencia humana (pulgar); los tres dedos extendidos, las tres Gunas, cualidades que mantienen en marcha la evolución, tanto del macrocosmos como del microcosmos: Tamas (letargia), Rajas (actividad) y Sattwa (equilibrio). El círculo cerrado del índice y el pulgar representa el objetivo último del Hatha Yoga, la unión de Atman, el ama individual, con Brahman, el alma del mundo.
Lo encontramos, además, en una multitud de representaciones de la divinidad, a la altura del corazón y hacia afuera simboliza la proclamación de la ensañanza; hacia adentro y hacia arriba, simboliza la entrega del ser humano a la sabiduría divina y su reconocimiento. En este gesto reside también una ternura conmovedora.


JÑANA MUDRA puede practicarse de dos maneras: la primera en la cual se tocan las puntas del pulgar y el índice; la segunda, en la que la punta del índice toca la primera falange del pulgar y el pulgar ejerce una ligera presión sobre la uña del índice. La primera es la postura pasiva y receptora, y la segunda a la activa y dadora.

Cuando este gesto se emplea para aliviar trastornos físicos, da igual que se practique hacia arriba (JÑANA) o hacia abajo (CHIN). Se trata de un remedio universal que mejora los estados de tensión y de desorden y estimula la memoria y la concentración. Clarifica el espíritu. Se emplea en casos de insomnio o de somnolencia, depresiones e hipertensión. Además, puede combinarse con otros mudras, reforzando su efecto si se practica antes o después o con una mano mientras con la otra se realiza otro mudra.

Una meditación o visualización, aunque sea breve, se ve muy reforzada por este mudra. Sentarnos a reencontrarnos con el ritmo interno, a transitar los espacios de no-pensamiento y puro presente, crea las condiciones adecuadas para que, tocando las llaves adecuadas, encontremos nuestra propia manera o nuestro propio camino para crecer y para ser :)

miércoles, 19 de octubre de 2016

YOGA PARA EL SISTEMA INMUNOLÓGICO




Entre los beneficios que el yoga puede aportar a nuestro cuerpo físico se encuentra el fortalecimiento del sistema inmunológico, lo cual es beneficioso no sólo para combatir o incluso evitar trastornos leves como gripes y catarros, si no también para contrarrestar los efectos de un sistema desequilibrado y sus consecuencias a más largo plazo, entre las que puede haber alergias, psoriasis, esclerosis y demás enfermedades autoinmunes.

Cómo ayuda el yoga al sistema inmunológico?

- Reduciendo el estrés. El sistema nervioso autónomo y el sistema inmunológico guardan una relación muy íntima. Bajo situaciones de estrés continuado, que tan comunes son actualmente, el sistema inmunitario se puede ver seriamente debilitado. Al proporcionarnos calma y equilibrio entre tensión y relajación, el yoga reduce los niveles de estrés y nuestra capacidad de respuesta a agentes externos es mejor.

- Proporcionando una mayor oxigenación de los tejidos, en especial de la médula ósea, encargada de fabricar buena parte de nuestras defensas. Los ejercicios de respiración amplia, PRANAYAMA o KHAPALABATI (respiración de fuego), oxigenan y revitalizan todo el cuerpo.

- Activación de la glándula timo. El timo es una pequeña glándula situada en el centro del pecho, detrás del esternón y que se encarga de la fabricación de los linfocitos T, las únicas defensas que tienen memoria celular ante las infecciones. El timo se hace más grande con las emociones positivas y se encoge con el estrés y con el miedo. Muchas asanas clásicas del yoga proporcionan una apertura del timo trabajando sobre el plexo cardíaco y el centro energético  que le corresponde llamado ANAHAT.

- Estimulación y masaje de hígado, bazo e intestinos. Estos tres órganos son esenciales para combatir infecciones y para la llamada homeostasis del cuerpo. Ellos son los primeros filtros y deben estar limpios y llenos de energía. A través de las asanas de flexión y torsión se verán masageados y tonificados.

- Estimulación del sistema linfático. El sistema linfático es el sistema de limpieza natural del cuerpo. A diferencia del circulatorio, el sistema linfático no tiene bombas propulsoras, si no que la linfa se mueve gracias a la contracción muscular. Esta es una de las razones por las que el ejercicio físico es un gran beneficio para el sistema inmunitario. En las posturas invertidas, además, hacemos que la linfa se mueva hacia las vías respiratorias, por donde muchos agentes infecciosos entran al cuerpo y volviendo a la posición erecta se produce el drenaje.


Asanas para el sistema inmunológico:

- ADHO MUKHA SVANASANA (la pirámide o perro boca abajo). Podemos encadenarla con la postura del perro-gato o MARCYASANA y con la planxa, para estimular, además el sistema circulatorio.




- BHUJANGASANA (la cobra)






- DHANURASANA (el arco)





- BALASANA (el niño o hoja plegada)






- SETU BHANDASANA (el pequeño puente)






- ARDA MATSYENDRASANA (torsión sentada)







- JANU SIRSASANA (media pinza)








- USTRASANA (el camello)








- TRIKONASANA (el triángulo)









- PARSVOTTANASANA (estiramiento lateral hacia adelante)









- VIPARITA KARANI MUDRA







Para crear tu propia serie te recomiendo que te mires el artículo Practicar Yoga en Casa. Recuerda no forzar tu cuerpo, combinar flexión- extensión- rotación y dedicar unos minutos antes de empezar y al terminar a la relajación. 
Puedes incluir prácticas respiratorias, PRANAYAMA, MUDRAS y visualizaciones para multiplicar los los efectos de las asanas. ¡Buena práctica!