La respiración es el proceso
vital más importante que tiene lugar en nuestro cuerpo. Forma parte del modo
cómo nos nutrimos, del intercambio energético entre nuestro medio interno y
nuestro medio externo sin el cual la vida se extinguiría rápidamente.
El yoga siempre ha concedido a la
respiración una importancia capital ya que, además de proveernos del oxígeno
necesario para transformar los nutrientes que adquirimos de los alimentos en
energía, es uno de los medios más importantes de adquisición de prana o “energía vital” que tenemos. Por ello algunas de las técnicas más precisas y sofisticadas del yoga se
encuentran en el llamado pranayama o
control del prana y están destinadas
a adquirir destreza en la asimilación, concentración y correcto fluir de esta
energía sutil que se halla por doquier. Algunos investigadores como A. Van
Lysebeth asocian el prana a la carga
eléctrica. Sea como fuere, la respiración es un movimiento cuyo alcance va mucho
más allá del mero intercambio gaseoso que tiene lugar en los alvéolos
pulmonares; cosa que se hará evidente con la simple observación de la relación que
hay entre la velocidad y la profundidad de la respiración y el estado de
nuestra mente. Cuando la mente está agitada la respiración es rápida y
superficial, cuando estamos relajados o dormimos profundamente ocupa mucho
más espacio y se hace más lenta y constante, cuando nos asustamos llega a
cortarse por unos instantes… A esta conexión entre la respiración y la
mente se debe el hecho de que muchas técnicas de relajación y de meditación comiencen por centrar
la atención en la respiración. Basta con empezar a respirar de forma
consciente, a observar su flujo, para que la mente empiece a calmarse y se
produzca una especie de sincronía entre el ritmo del cuerpo y el ritmo de los
pensamientos. Se disolverá entonces la ilusión de que cuerpo y mente son dos
cosas separadas. Si se persiste en la
observación de la respiración será más fácil desapegarse de los pensamientos y
emociones, de las percepciones y sentimientos que invaden nuestro espacio
mental y podremos situarnos en la llamada consciencia testigo que es el primer
lugar de la meditación y una de las herramientas más potentes del yoga.
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